Hay películas que dejan al espectador sin habla, sin posibilidad de verbalizar las emociones que la historia ha escarbado y removido dentro de su sensibilidad.
Ese es el caso de "El salón de Jimmy".
Jimmy Gralton (Barry Ward) regresa a su Irlanda natal, de la que tuvo que huir 10 años atrás. Regresa en los años 30, los años de la depresión, cuando la crisis económica de USA se ha exportado a otros países.
En Irlanda, luego de la independencia, el poder está en mano de los fascistas y del clero católico, ese mismo que en nuestra época ha sido condenado por los delitos de pederastía, pero que aún no ha pagado las miles de víctimas inocentes que su ambición de poder causó.
Jimmy posee un local, un granero, que supo ser antes de su exilio un oasis cultural para la gente de la zona. Cuando regresa todos le piden que lo vuelva a habilitar.
Pero Jimmy teme por su madre, que ya está mayor y a quien una nueva ausencia suya podría destruir.
Mujer educada, supo abastecer a las bibliotecas escolares de la zona con las grandes novelas de la época. Y Jimmy creció entre libros e ideas libres.
Pero su regreso no es bien visto por los dueños de la zona. Sobre todo el comandante O'Keefe quien maneja las bandas fascistas de la zona. Y también por el padre Sheridan (Jim Norton) para quien Gralton es un enemigo de la iglesia y de la fé.
Cuando se vuelve a habilitar el salón de Jimmy, vuelve la alegría a la gente de la zona. De nuevo hay un lugar donde poder reunirse, bailar y aprender diversas cosas, tales como dibujo y carpintería. Esto lo enardece al padre Sheridan quien afirma que la enseñanza es patrimonio exclusivo de la iglesia.
Junto con sus amigos Mossie (Francis Magee), Finn (Shane O'Brien) y sobre todo Oonagh (Simone Kirby) organizan la reparación y reconstrucción del salón.
Pero todo va a terminar mal. No importa la decencia de la gente ni sus alegrías. Cuando Gralton le ofrece al padre Sheridan que comparta el comité del salón, este acepta, pero con la condición de que Jimmy entregue la escritura del lugar a la Iglesia. La respuesta de Gralton es que el padre escucha solo a aquellos que están de rodillas ante él.
El espectador se va a dejar llevar por la alegría campesina de la película y por la malevolencia de los cuerpos fascistas. Su espíritu va a vibrar al sol de la música irlandesa y también del jazz que Jimmy ha importado de USA, en discos y en un gramófono.
Magnífico el guión escrito por Paul Laverty basándose en la obra de Donal O'Kelly que se inspira en hechos reales sucedidos en Irlanda durante los años 30.
Trailer
Cuando la libertad de los seres humanos está amenazada por el odio de unos pocos casi nada se puede hacer.
No creo que quede espectador inmune a la poesía libertaria de Ken Loach. Nueve puntos sobre diez para esta película.
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