Matthieu Delaporte, uno de los dos directores, escribió esta obra teatral, donde como es de esperar, una cena de amigos se transforma en el agresivo juego de la verdad, donde todos se dicen todas las cosas que han ido guardando durante toda la vida.
Entonces hay que partir de la base que "El nombre" no es una comedia y que tampoco intenta serlo en su versión fílmica. Si bien algunas de las situaciones pueden inicialmente arrancar un esbozo de sonrisa, muy pronto se deja entender que de una reunión de pequeño-burgueses no es posible obtener nada que esté basado en la cordialidad.
Pero por supuesto que los personajes se mueven con ironías, pequeñas bromas y juegos de palabras y lo que comienza como la broma de un nombre fascista, decanta en la realidad que movió a los europeos a enviar a los judíos a campos de concentración.
Llegados a ese límite, los europeos pequeño-burgueses son capaces de desollar vivos a quien tienen adelante porque no guardan ni la más mínima caridad para con sus personas queridas.
Bueno, por supuesto que estoy hablando de los personajes de este drama pequeño pequeño.
¿Cuál es el momento en que el ser humano se atrinchera detrás de su personaje y deja de sentir amor por sus semejantes?. ¿Cuándo es que decide dejar de lado las pequeñas atenciones que su pareja o sus amigos merecen para seguir bailando en el reality show de la vida?.
Y por último, ¿es esa la única vía que los seres humanos tenemos para sobrevivir en una sociedad donde día a día los gestos de solidaridad son páginas en el facebook?.
Ignoro si esa fue la intención de Matthieu Delaporte al escribir esta obra de salón, la eterna cena de Luis Buñuel en "El discreto encanto de la burguesía".
Lo que sí sé es que no está permitido tener como reacción al término de la película una sonrisa ni una frase irónica. Sería más de lo mismo que acabamos de ver.
Es por eso que si lo que se espera al verla es salir agradablemente sorprendidos mi consejo es que no vean esta película. En cambio si lo que se quiere es reflexionar con inteligencia acerca de la condición humana en nuestra decadente sociedad occidental, es muy oportuno verla y sacar conclusiones.
Por otra parte hay que decir que los intérpretes están todos perfectos, cada cual jugando bien las características del rol que le ha tocado en suerte. La película está impecablemente bien hecha y el ritmo hace que la atención se mantenga sin decaer.
En conclusión, es una película de siete puntos sobre diez.
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