Raúl Ruiz (también conocido como Raoul Ruiz), fue un director de cine chileno que allá a finales de los años 70 se fue a trabajar a Francia. Desarrolló una carrera llamativa e infrecuente con películas de neto ambiente surrealista. Filmó con grandes actores: Marcello Mastroianni, John Malkovich, Catherine Deneuve, Isabelle Huppert, Elsa Zylberberg, Jean-Marc Barr y muchos más.
Pero en el año 2004 vuelve a Chile y hace "Días de campo".
Detrás de tan bucólico nombre, se esconde una maravilla melancólica y surrealista, donde los muertos dialogan con los vivos y no se sabe bien a ciencia cierta quién está vivo y quién está muerto.
Comienza con la conversación entre dos ancianos, Federico (Mario Montilles, Federico a los 90) y el Dr. Chandía (Francisco Reyes), en la que Federico comenta, "estos jovenes de hoy nos consideran muertos Dr." y el Dr. contesta "es que estamos muertos don Federico".
De allí en más la película se va a mover en el terreno pantanoso de los sueños, los recuerdos, las memorias de los muertos y las memorias de los vivos.
Un personaje inolvidable es el de Paulita (Bélgica Castro), el ama de llaves de Federico (Marcial Edwards, Federico a los 60). Paulita le pide a don Federico que le lea la carta que ha recibido de su hijo que está en Antofagasta. En la carta el hijo invita a Paulita a que pronto lo visite y se radique definitivamente en su casa de Antofagasta.
Federico propone a Paulita que viajen juntos a Antofagasta para sorprender al hijo de Paulita. Ella dice que no, que está muy lejos, pero Federico insiste. Paulita cae en cama víctima de una enfermedad y el Dr. vaticina que no pasará de esa noche.
Hablando con Don Federico le dice que ha sido mejor que Paulita enfermara, porque el hijo ya no está en Antofagasta, ni nunca ha estado. Paulita le pedía que le escribiera sus cartas.
En un viaje que don Federico hace a una finca cercana para la compra de unos bueyes, conoce a don Daniel Rubio (Ignacio Agüero) quien le cuenta una historia alucinante sobre su vida y la de la señora Carmen (Mónica Echeverría) en casa de quien, aparentemente, se hospeda. Cuando don Federico regresa a su casa, Cárcamo, el sirviente que lo acompañó, le entrega una carta de don Daniel, donde le aguarda (a don Federico y por ende al espectador) la sorpresa de la película.
Pero no es la única sorpresa.
Los muertos se muestran en la casa augurando calamidades. Pero cuando don Federico está muerto, ya no hay a quien augurarle.
Y don Federico viejo o muerto, lee en el café su poesía:
Cuando seamos viejos.
Cuando seamos viejos, todo este amor enorme,
se irá por los caminos y brotará en los huertos.
Y será una ilusión, muy lejana y deforme,
que enturbiará la paz, de nuestros ojos muertos.
A la tarde, soñando con lo que ya no se ama,
mascaremos recuerdos de amor en el tabaco
y el amor temblará como una débil llama,
en nuestra carne vieja, en nuestros rostros magros.
Todo el pasado claro se asomará a tus ojos,
y dormirá en tus ojos una eterna agonía
ya no nos doleran, guijarros ni abrojos
y apenas sufriremos, de vivir todavía.
Solo nos quedará la voz,
y no la misma con que hoy serenamente,
nos besamos de lejos.
De esta ternura inmensa, que en nosotros se abisma,
¿cómo iremos a hablar, cuando seamos viejos?
Hermosa y tierna película de un hombre que cosechó el surrealismo con su cine a diestra y siniestra y que sin embargo no olvidó nunca a su tierra natal.
La cueca surrealista
Ocho puntos sobre diez para esta majestuosa película de Raúl Ruiz.
un punto y medio mas arriba !!!!!! 9,50 !!!!
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