Después de las 2 horas y 20 minutos de duración de la pelÃcula, la tensión acumulada es tal que el espectador no sabe si levantarse y huir o ponerse a llorar.
En las primeras escenas Andrei Svyagintsev logra que la violencia mezclada de la música de Philip Glass y el mar golpeando en las rocas advierta al espectador que lo que va a ver es algo duro y difÃcil de digerir.
No hay permiso en la historia para la emotividad ni para los sentimientos. Es una historia dura, sin concesiones, como es la vida actualmente en nuestras sociedades. Esto es, el cine en su máxima madurez, que no necesita pintar la vida con colores para engañar al espectador.
El libro escrito por Oleg Negin y el mismo Svyagintsev fue premiado en Cannes con la Palma de Oro y no es para menos.
Kolya (Aleksei Serebriakov) está envuelto en una confrontación con el alcalde de la ciudad, Vadim (Roman Madyanov). El alcalde quiere el terreno donde se levanta la casa de Kolya para su propio beneficio. Kolya consigue el soporte de un abogado amigo de Moscú, Dmitri (Vladimir Vdovichenkov), pero su actuación solo va a empeorar las cosas, además de seducir a la mujer de Kolya, Lilya (Elena Lyadova).
Vadim rige una mafia donde participan la policÃa y la justicia local, que actúan siguiendo estrictamente sus ordenes.
Roma (Sergei Pokhodaev), el hijo de Kolya, detesta a su madrastra Lilya y con su conducta rebelde y hostil siembra un clima de disenso en la casa.
No voy a contar aquà la historia. Quien quiera conocerla debe ver la pelÃcula. Pero tengo que reconocer que el papel que le cabe a la iglesia ortodoxa rusa deja bastante que desear. Forma parte de la corrupción general que pinta la pelÃcula.
Un sacerdote, con el que conversa Kolya, intenta convencerlo de que lo que le sucede tiene un parangón con la historia de Job.
No es una pelÃcula apta para gente insensible y corrupta, no van a entender nada del drama que el director con tan buen tino nos cuenta en su pelÃcula.
Demás está decir, que la historia de la corrupción aplica no solamente al pequeño pueblo costero ruso sobre el mar de Barents, sino que es universal. Solamente los yanquis podrán decir que en EE.UU. no es asÃ, apelando a su tradicional hipocresÃa.
La historia está soberbiamente contada y rodada con colores que semejan el blanco y negro de los thriller de los 30. Pero la época es indudablemente actual, Svyagintsev no deja ni siquiera el subterfugio de apelar a la corrupción del régimen soviético, la fotografÃa que preside la oficina de Vadim es la del presidente Putin.
Con una fotografÃa escelente y una inmejorable selección de las locaciones, la pelÃcula explota en todas sus posibilidades el paisaje ártico. Las ruinas de un convento, el esqueleto de una ballena, son sólo algunos de los sÃmbolos de los que se vale el director para crear el clima.
Trailer
SÃ, si ya han visto el trailer, la música es del increÃble Philip Glass.
"En una versión bÃblica tan actual como la Reina Valera 2000, el Leviatán de Job es presentado como un ser que no puede vencerse con armas humanas, que su sola visión espanta, que es rey entre los soberbios y que escupe fuego."
Mi calificación es de diez puntos sobre diez y la recomiendo a todos los amantes del buen cine.
No hay comentarios:
Publicar un comentario