"El Desolado" es el título de la segunda parte de esta colosal trilogía de Miguel Gomes. El título de "Las Mil y Una Noches" se debe a la estructura en forma de narraciones, que el director le atribuye a Scherezade, de historias que suceden en el Portugal actual.
Comienza la película con la historia de Simón, "sin tripas" (Chico Chapas), llamado así por ser flaco piel y huesos y por no tener "tripas", es decir ningún prejuicio a la hora de hacer lo que quiere. Simón está siendo perseguido por la policía por las serranías de su pueblo por haber matado a su mujer y a su hija. Esta historia le sirve como excusa a Miguel Gomes para mostrarnos bellísimas imágenes de las sierras y sus lagunas. Y las sombras de la soledad del ser humano.
La segunda historia es fundamental para comprender el espíritu que llevó a Miguel Gomes a realizar esta obra monumental. Se llama "Las lágrimas del juicio" y comienza, de modo absurdo y surreal con una muchacha mostrando las huellas de sangre de su desvirgamiento que llama a su madre para darle la buena noticia y anunciarle que le va a preparar una torta a su marido. La madre después de darle la receta de la torta le dice que si no se atreve que despierte a la mujer negra, pero que puede ser contraproducente porque su marido puede entender que le está dando vía libre para satisfacer sus necesidades.
Acto seguido, la madre le dice que ya no puede hablar más porque va a comenzar el juicio que tiene a su cargo. Por primera vez se da vuelta y la jueza muestra su cara al espectador (la magnífica Luisa Cruz).
El objeto del juicio son los inquilinos por haber vendido los muebles del departamento que alquilan que pertenecen al dueño.
Todos los muebles están en el juzgado, que vale aclarar que se trata de un anfiteatro griego. La mujer reconoce haber vendido los muebles pero dice que no tenía medios para pagar el juicio al que su hijo estúpido los llevó. La jueza le pregunta porqué dice que su hijo es estúpido y la madre le pide al hijo que diga en que consiste ser hombre y mujer. El hijo declara que todo hombre precisa la vagina dos veces al día. Esa fue la razón porque la nuera le inició juicio. La madre también dice que el dueño es un hombre grosero y que en lugar de saludar con "buenos días", los saluda con "andá a la concha de tu hija".
La jueza dice que ese no es motivo para vender los muebles del propietario. Que debe reconocer los derechos a la propiedad y sugiere a la madre que castre a su hijo como solución. La nuera se levanta dentro del público pidiendo se deje sin efecto la venta de los muebles ya que eran para pagarle su demanda y que élla la retira porque extraña a su marido. Pero que el propietario no solo es grosero sino que llama al 112 de Servicios Sociales sólo para oir pasar la ambulancia. Que eso causó retrasos en el servicio porque tenía ocupada la línea e hizo que un niño muriera antes de llegar al hospital. El propietario aduce que hace esas cosas instigado por un genio. El genio dice que no es un genio malo, sino que actúa así porque se lo ordena su amo, un empresario de una familia de abolengo. La jueza le pide al genio que no acuse a esa familia, "todos ladrones" contesta el genio. Se presenta en el juzgado el fantasma de una vaca que dice tener que aclarar que élla fue responsable de que la ambulancia no llegara a tiempo y cuenta que con sus doce hermanas fue robada en una noche oscura. Que en un bache del camino élla cayó del camión y se encontró con un árbol que le contó que le habían robado todos sus olivos, lástima que no pueda estar el árbol aquí. Que la ambulancia atropelló a la vaca y por eso llegó tarde. Que la instigadora del robo de las vacas es una sordomuda, que está también en el juzgado y las historias se siguen encadenando convirtiendo a acusados en víctimas. La jueza cae en un estado de desesperación.
"Esto me provoca dolor decabeza y ganas de vomitar.
Esta grotesca cadena de estupidez, maldad y desesperanza, comienza a sobrepasar mi competencia y sobre todo mi paciencia.
Lo que un tribunal debe juzgar sigue cierta lógica: Alguien comete un crimen. La corte juzga la gravedad del
crimen en proporción al daño. El resto de la sociedad reconoce los actos ilegales cometidos y la sentencia que aplica el juez y saca conclusiones sobre su propia conducta.
Lo que no es normal y comienza a parecer repugnante es esta interminable lista de miseria y culpa donde no hay ni inocentes, ni prisiones suficientes para encerrar a todos los culpables.
Esta cadena de eventos al azar es una cosa pegajosa que nos entristece y nos hunde a todos.
¡Váyanse a la mierda todos ustedes!"
Luego se ve a una mujer negra desnuda preparando la torta.
La tercer historia es sobre los propietarios de Dixie. Dixie es un perrito abandonado a quien recoje una mujer, Gloria, porque se parece a un perro que élla tuvo antes, Dixie. Cuando lo llama por ese nombre, el perrito responde, pero decide dárselo a una vecina, Luisa (Teresa Madruga) que está habitualmente deprimida y su marido Humberto (Joao Pedro Benard) es poco lo que puede hacer. Un día Luisa conoce a una pareja joven, Vania (Joana de Verona) y Vasco (Gonzalo Waddington) y finalmente les deja a Dixie diciendo que se va de viaje por tres días. Pobre Dixie en manos de gente irresponsable. Hay una magnífica escena de Dixie jugando con el fantasma de Dixie.
Nuevamente Miguel Gomes deslumbra con su cámara, su guión surrealista pero muy certero en la denuncia de la realidad descarnada de nuestra sociedad.
La película no tiene un minuto de sobra y es un alegato para todo aquel que pueda tomar distancia de la cadena de injusticias y maldades que inunda este mundo nuestro.
Trailer
Hasta el trailer es magnífico. Diez puntos sobre diez para esta genial segunda parte de "Las Mil y Una Noches".
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