Sobre la novela autobiográfica de Roberto Bubas, adaptada al cine entre el director, Lucía Puenzo y Sallua Sehk, Gerardo Olivares construye este bellísimo film, cuya atracción principal son los paisajes deslumbrantes que tiene al haber sido filmado en los escenarios naturales de Península Valdés, en Argentina.
Beto Bubas (Joaquín Furriel) es un guardafaros cuya única satisfacción es comunicarse con las orcas que visitan anualmente las costas de Península Valdés.
Las orcas, mal llamadas ballenas asesinas, se alimentan de los lobos marinos que abundan en las playas de la zona. Toda Península Valdés es un maravilloso santuario para la vida salvaje, ya que debido a la inexistencia de fuentes de agua dulce se hace imposible habitar la zona.
Los faros de Península Valdés, Punta Norte, Punta Bajos y Punta Delgada son la única prueba de la existencia del ser humano en la península. Al ser un área protegida no se permite hacer camping ni mucho menos pescar o cazar dentro del perímetro de la península.
Lola (Maribel Verdú) tiene un hijo con autismo, Tristán (Quinchu Rapalini) quien después de ver un documental de National Geographic sobre la relación de Beto con las ballenas, demostró cierta inquietud emotiva. Buscando despertar a su hijo al mundo de los sentidos, Lola viaja hasta la Patagonia en búsqueda de Beto, de quien espera pueda inducir a su hijo a revivir.
Beto tiene absolutamente prohibido acercarse a las orcas, puesto que tras de la difusión de su imagen tratando con las orcas, ha generado un desmesurado interés turístico por la zona. Pero claro, la península es un área protegida y dentro de esa protección se encuentran las orcas quienes sino serían objeto de safaris turísticos sin ningún tipo de cuidado hacia los animales.
Beto le explica esto de muy malos modos a Lola y ella decide regresar con su hijo a España. Al día siguiente la levanta en la ruta Marcela (Ana Celentano) y la lleva a su casa.
Beto mientras tanto lee en una enciclopedia acerca del autismo y decide ayudar a Tristán, así que va a la casa de Marcela a decirle a Lola que vuelvan.
El resto de la película transcurre entre encuentros con las orcas, compartir el mate y conocerse mutuamente. No hay mucho para reseñar. Hay una fiesta de la esquila, que se celebra obviamente fuera de la península, donde se pueden ver tanto la esquila de las ovejas como algunos bailes tradicionales.
Quiero rescatar una sentencia de Beto, hablando de la prohibición de las autoridades a que se acerque tan siquiera a las oscas: "Hay personas que les molesta aquello que no entienden y otras que no quieren entender aquello que les molesta."
Hay que destacar la magnífica fotografía del mar más azul que se haya visto jamás, por parte de Oscar Durán y la delicada banda de sonido de Pascal Gaigné.
Trailer
Siete puntos sobre diez para un hermoso film hispano-argentino.
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