Enigmática, única, fantasmagórica, plena de alegorías y mensajes ocultos tras las imágenes pero que dejan bien en claro los sentimientos del gran director iraní sobre el mundo en el que nos ha tocado vivir.
"Siempre me pregunté hasta qué punto el artista pretende representar la realidad de una escena. Los pintores capturan solo un cuadro de la realidad y nada antes o después de él.
En 24 Frames comencé con una famosa pintura, pero luego cambié a fotos que he tomado a través de los años. Incluí alrededor de cuatro minutos y medio de lo que imaginé pudo haber sucedido antes o después de cada imagen que yo había capturado. Abbas Kiarostami."
Con este sencillo prólogo, Abbas Kiarostami nos da acceso al imaginario de su mundo real.
El espectador está en todo su derecho a declararse aburrido y dejar de verla en la décima o duodécima imagen. Claro está que probablemente ya se haya perdido gran parte del mensaje implícito en lo que ha visto y ni decir del que está en las imágenes que no ha visto.
El espectador diligente, que se entregue a la película como un acto de meditación, puede que deba verla una o dos veces más hasta que la emoción del mensaje lo desborde y la hermosura de lo minimalista lo impacte en toda su plenitud.
No me queda sino recomendarla como quien recomienda escuchar la música de Richard Wagner. No tienen mucho para contar, pero están llenas de la sublime esencia de la vida.
Ultima de las 24 Frames
Nueve puntos sobre diez es mi calificación para esta obra maestra póstuma del gran director iraní Abbas Kiarostami.
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