Fernando Meirelles retoma la mirada hacia sus raíces y nos brinda una historia inolvidable sobre los contrastes entre Europa y Latinoamérica.
Sobre un más que interesante y profundo guión del neocelandés Andrew McCarten, la cámara virtuosa de Meirelles recorre, utilizando como pretexto las diferencias entre el papa alemán (Anthony Hopkins) y el cardenal argentino (Jonathan Pryce), los avatares en la vida de Jorge Bergoglio, en su juventud personificado por Juan Minujín y en su madurez por Jonathan Pryce en la que creo es su mejor actuación de entre todas las que nos ha brindado.
Si bien Anthony Hopkins dando vida al cardenal Ratzinger hace gala, uso y abuso, de sus mejores recursos interpretativos, sigue siendo Anthony Hopkins. En cambio Jonathan Pryce se transforma en el cardenal Bergoglio. Lo es en todos los sentidos y tratándose de un personaje emotivo, que debe resguardar sus reacciones en el ambiente en que se mueve, nos las deja entrever con un cambio en la mirada o un movimiento de cabeza. Algo realmente espectacular.
En personajes de pequeño desempeño, aunque no menos espectaculares, están Cristina Banegas como Lisabetta, la secretaria argentina de Bergoglio y Luis Gnecco, como el cardenal chileno Hummes.
Pero, ¿de qué se trata?. ¿Es acaso una discusión teológica del tipo del sexo de los ángeles?, no, definitivamente no lo es. ¿Es un documento contra la sangrienta dictadura cívico-militar argentina que devastó al país durante una decena de años y que aún está muy lejos de ser digerida?, no, no lo es, aunque el capítulo de esos años en la vida de Bergoglio hace que su personaje cobre una trascendencia ineludible.
Es un drama humano y moral, sobre lo que está bien y lo que no lo está. Emocionan los perdones que ambos personajes se dan absolviendo los pecados uno del otro. Porque no se trata de una absolución hipócrita de confesión católica, sino una absolución de liberación de los errores humanos.
Es necesario aclarar que el papa Francisco quedó excluído de la vida pública argentina desde el año 2015, por el gobierno neoliberal que no recibió su bendición frente a la conducta claramente a favor de las empresas extranjeras en contra del pueblo argentino.
Esto hizo que los medios iniciaran una campaña en su contra que aún subsiste, a pesar de los importantes aportes del papa Francisco en favor de los pobres y de los desposeídos de todo el mundo.
Todo esto, Meirelles lo conocía bien, porque fue un obispo brasileño, Helder Camara, quien dio nacimiento a la iglesia comprometida con el pueblo con su Teología de la Liberación. Desde su lugar como arzobispo de una región pobre de Brasil (Recife), hizo frente a la dictadura militar en Brasil.
Enronces, inspirándose en la figura real y a veces dibujada de Jorge Bergoglio, Meirelles recrea la vida de un obispo comprometido con su iglesia y con su religión. Esa imagen choca con la del papa Ratzinger y su conducta en línea con la tradicional iglesia católica de estar en contra del divorcio, del aborto, de la homosxualidad y del casamiento de los sacerdotes o la intervención de las mujeres en el mundo interno de la iglesia católica. Lo que abate al papa Ratzinger es la acusación que pesa sobre su protegido, Marcial Maciel, de pederastía.
Toda esta película debe evaluarse como una obra de arte cinematográfico del principio al fin. Parecería que Meirelles hubiera tenido autorización para filmar en el Vaticano. Excelente la dirección de fotografía de Cesar Charlone y la banda de sonido de Bryce Dressner.
Trailer (subtitulado en castellano)
De más está decir que mi calificación, es diez sobre diez puntos posibles.
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