Hay algo que conmueve en esta película y es la simplicidad con que las escenas se suceden y la vida transcurre.
El film comienza con escenas de Paul (Mimi Branescu) y Raluca (Maria Popistasu) luego de hacer el amor. Lo que todavía no sabemos es que Raluca es la amante de Paul.
Nos vamos a enterar de a poco, por intermedio de los diálogos entre Paul y Raluca.
Luego vamos a acompañar a Paul y a su esposa Adriana (Mirela Oprisor) a hacer las compras de los regalos para Navidad en un centro comercial.
Hasta ese momento Paul no se siente externamente exigido por la necesidad de tomar una decisión. Y la película avanza.
Mientras Paul lleva a su hija Mara al consultorio odontológico, Adriana lo llama para avisarle que sale antes del trabajo y que los va a encontrar en el consultorio. Pero sucede que Raluca es la odontóloga que atiende a Mara.
Las escenas que podrían ser tensas, son manejadas con absoluto desapego por la cámara. Solo el tono de la voz de Raluca nos da indicios de la situación por la que está pasando.
Y es entonces que Paul empieza a tener problemas de conciencia.
De como se suceden las situaciones en "aquel martes", es que trata esta película, apelando en todo momento a la veracidad y al ojo del espectador que asiste a estas situaciones sin movilizarlo ni apelar a sus emociones.
Sensacional manejo de una historia que podría ser dramática sino fuera porque está contada desde el escaparate.
Trailer
Las consecuencias del adulterio de Paul se descargan sobre el espectador y el film termina, dejándo a todos los personajes en una situación desamparada.
Ocho puntos para esta excelente película rumana.
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