Lo que está en juego es el alma de Qohen Leth (Christoph Waltz). El espera una llamada telefónica que le revelará el sentido de su vida. Mientras tanto su alma vegeta perdida en el terror que siente hacia la sociedad que lo rodea.
Que la acción de "Zero Theorem" suceda en el futuro es simplemente un avatar que le permite a Terry Gilliam poner en acción toda su parafernalia cibernética. No quiero ni imaginar lo que debe deambular por sus pensamientos más profundos.
Qohen prefiere trabajar desde su casa, así no pierde posibilidades de contestar la llamada reveladora y ademas porque tiene un infinito terror a enfrentarse con el caos que lo rodea.
Un mundo alucinado de publicidad y marketing donde todo puede suceder si uno compra determinada marca o llama a determinado número publicitario (cualquier semejanza con la realidad es deliberada).
También a través de la computadora, Qohen tiene sesiones con una psiquiatra de endemoniados labios fruncidos, la Dra. Shrink-Rom (Tilda Swinton), quien pretende revelar a Qohen el sentido de sus pánicos y temores.
Qohen es "programador" de un universo cibernético también caótico. Y realmente sufre cuando debe ir a trabajar en su oficina, un cubículo de reducidas dimensiones donde solo interactúa con el computador. Su supervisor, Joby (David Thewlis) le promete conseguirle una entrevista con el director si va a su fiesta para persuadirlo que le permita trabajar desde su casa.
La fiesta de Joby es otra oportunidad para Gilliam de desarrollar sus infinitas alucinaciones en un mundo del futuro, que entiendo que aunque vestidas de futuro, para Gilliam, como para Qohen, son tan presentes como la Navidad.
En la fiesta tiene, aparentemente por casualidad, la dichosa entrevista con el director (Matt Damon) quien, interesado en Qohen le promete incorporarlo al team que está en busca de la resolución del dichoso teorema Zero que da nombre a la película.
En la fiesta Qohen conoce a Bainsley (Melanie Thierry) quien pasará a ser parte del mundo virtual de Qohen y le dará los datos para ingresar a su página, desde donde viajarán a paraísos perdidos.
Siguiendo el fantasmagórico guión de Pat Rushin, Gilliam hace que el desventurado Qohen se embarque en la aventura ansiosa y angustiante de descifrar el dichoso teorema Zero.
Para ayudar a Qohen, el director le envía a su hijo Bob (Lucas Hedges) quien es un genio de la cibernética. Bob es un muchacho altamente especializado en juegos de computadora y con habilidad e ingenio para resolver los entuertos que se presentan en el desarrollo de las actividades de Qohen.
La casa donde vive y trabaja Qohen, fue en una época un convento y gracias a esa justificación, Gilliam la envuelve en un ambiente gótico donde moran los vitrales y las imágenes católicas.
Pero, como dije desde un principio, lo que está realmente en juego es el alma perdida de Qohen.
Perdida en un universo caótico donde nada tiene justificación (salvo quizás el ratón que se roba los restos).
La imaginación desbordante de Terry Gilliam crea un nuevo universo fantasmagórico, un poco menos angustiante que los de sus últimas películas, pero lleno de delirios y humoradas técnicas.
Trailer subtitulado
Nada más puedo agregar. El genio de Terry Gilliam lo hace todo y deja al espectador confuso y sumido en su interior para buscar su propia respuesta al teorema Zero.
Diez puntos para "Un mundo conectado", falso título en castellano para "The Zero Theorem".
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