"Tierra y cenizas" es lo que queda después que ha pasado la guerra por un país. Afghanistán tiene un duro destino de dolor, muerte y desolación. El que fuera durante los años 70 un próspero país donde la cultura se expresaba sin barreras, se ha transformado en "Tierra y cenizas".
Pero como en la superficie marciana, la belleza de la desolación y el silencio se impone sobre el dolor. Y la belleza y profundidad de su cultura florece entre las rocas hasta en el cine.
El anciano Dastaguir (Abdul Ghani) está viajando con su nieto Yassin (Jawan Mard Homayoun) a la mina donde trabaja su hijo Morad.
La novela de Atiq Rahimi, adaptada por él mismo y Kambuzia Partovi, constituye la base del guión de la película.
Por las imágenes que cruzan por la mente de Dastaguir apenas cierra los ojos, nos enteramos que el pueblo donde vivía con su mujer y su nuera fue arrasado por los bombardeos y que solo su nieto quedó con vida, aunque sordo, porque una detonación le quebró los tímpanos.
Una imagen que se reitera es la de su nuera Zaynab (Guilda Chahverdi) corriendo desnuda hacia la casa en llamas. En su imaginación Dastaguir le arroja su pañuelo que se convierte en el vestido de Zaynab.
El chico se queja, abuelo, vamos a un lugar donde haya ruido. No sabe que está sordo.
Durante el transcurso del film quedan varados junto a un puente por debajo del cual solo pasan las rocas del desierto, esperando el camión que pasa una vez al día, que los lleve a la mina.
Las imagenes que la fotografía captura son de una pureza aterradora. Como su nieto sordo, el silencio impera en ese camino.
Dastaguir va hasta el pueblo más cercano de donde es la familia de su nuera Zaynab. Pero todo es fuego y desolación. Encuentra al padre de Zaynab en el cementerio, con la razón enajenada, ha perdido a toda su familia. Siguiendo el consejo de una vecina no le dice de la muerte de Zaynab.
Un vendedor ambulante se refugia bajo el puente con sus burros. Yassin juega con el burrito. El vendedor ofrece matracas y títeres de madera, pero, como le cuenta a Dastaguir, ya no hay quien se los compre.
Cuando llega finalmente el camión, Dastaguir duda en ir o no a ver a su hijo. ¿Qué le puede contar?, ¿la muerte de su esposa y de su madre?, la sordera de su hijo. Un comerciante del lugar, Mirza Qadir (Walli Tallosh), le dice que le deje a Yassin y que vaya solo a ver a su hijo.
Ya en el camión, rumbo a la mina, el conductor le cuenta del enorme dolor de Mirza Qadir, con estas palabras:
"El dolor cada tanto se ablanda y se ve en los ojos o se hace duro como una espada y dispara su ira o se convierte en una bomba de tiempo y un día te explota en la cara."
Una película que induce a la meditación, a meditar sobre lo que somos y en lo que podemos convertirnos en esta sociedad tan violenta en que vivimos.
Premiada en Cannes y en varios otros festivales de cine, no es una película fácil para todos los espectadores. Hay que tener el corazón en paz y un espíritu sensible para poder aprehender la belleza que se desprende de la historia.
Trailer
Siete puntos es mi calificación para "Tierra y cenizas".
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