"Los Siete Minutos" es la versión cinematográfica de uno de los mayores best-sellers del siglo XX. Las novelas de su autor, Irving Wallace, fueron fuente de inspiración para numerosas películas, ninguna de éllas con tanto éxito como el que sí lograron los libros.
Característica de la libertad que imperaba en EE.UU. al principio de la década de los 70, el argumento describe como complotan un empresario y un político con la complicidad del fiscal Elmo Duncan (Philip Carey) para crear un caso de pornografía que conmocione a la opinión pública y vuelque sus votos a favor de la candidatura de Elmo Duncan.
No dudan en involucrar a obispos de la iglesia católica y mujeres que manejan Ligas de Decencia y Moralidad y a sus propias familias en la confabulación.
El caso de pornografía que manejan es un libro que fuera publicado en 1935 y acusado de obsceno, que vuelve a ser reeditado y puesto a la venta con el título de "Los siete minutos".
Pero el asunto es desestimado por el propio fiscal que no ve muy acertado ir en contra de la editorial.
Justo cuando el hijo desequilibrado del empresario, Jerry Griffith (John Sarno) es detenido por la policía acusado de haber violado a una joven. Entre los bienes que le secuestran a Jerry hay un ejemplar de "Los siete minutos".
Entonces el caso empieza a tener peso, el chico actuó influenciado por la lectura de la novela y el fiscal decide ir adelante con el juicio al librero que vendió los ejemplares de la novela.
El abogado del editor Phil Sanford (Tom Selleck), es Mike Barrett (Wayne Maunder) y sobre él va a girar el argumento de la película. Sobre su investigación y sobre el juicio. Y por supuesto como no podría ser de otra manera en un film made in Hollywood, su relación con la prima de Jerry, Maggie Russell (Marianne McAndrew).
Típico de un gran best seller es mantener el suspenso hasta el último capítulo y el director no gasta mucho cerebro en la filmación y sigue fielmente las páginas de la novela (en donde se juzga a la novela, una de las interesantes vueltas de tuerca de la narración).
El espectador queda atrapado dentro de la trama y ve como la acusación va acumulando pruebas que apuntan a la obscenidad del libro.
Claro, en esos días apenas si se comenzaba a cuestionar la libertad intrínseca de las personas sobre el sexo y los límites de lo que puede ser considerado pornografía. No es esa la preocupación del director. Simplemente se limita a transcribir lo que Irving Wallace escribió en su novela.
De todos modos la película es agradable de ver y siempre es interesante que le cuenten como los testigos de un juicio y las pruebas que se acumulan pueden ser manipuladas para llevar a la opinión pública a conclusiones sin visos de realidad.
Escena del juicio.
Creo que 6 puntos es suficiente para calificar una muy interesante película por el espíritu de libertad y acusación de los métodos utilizados por los que detentan el poder para valerse de etiquetas tales como pornografía (cuando éllos mismos están rodeados de muchachitas ligeras de ropas), para manipular la opinión pública.
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