"El movimiento browniano es el movimiento aleatorio que se observa en algunas partículas microscópicas que se hallan en un medio fluido (por ejemplo, polen en una gota de agua). Recibe su nombre en honor al escocés Robert Brown, biólogo y botánico que descubrió este fenómeno en 1827 y observó que pequeñas partículas de polen se desplazaban en movimientos aleatorios sin razón aparente. El movimiento no determinado de estas partículas se debe a que su superficie es bombardeada incesantemente por las moléculas (átomos) del fluido sometidas a una agitación térmica."
Charlotte (Sandra Huller) es una doctora casada con el arquitecto Max (Dragan Bakema). Tienen un hijo pequeño y aparentemente todo en su matrimonio es agradable y civilizado.
Pero Charlotte alquila un departamento y allí lleva a toda clase de hombres que conoce en el servicio del hospital donde trabaja.
Como esta película está hecha con un mínimo de lenguaje, no hay explicaciones para sus actitudes. No se sabe si realmente Charlotte se acuesta con estos hombres o si es parte de sus ensoñaciones eróticas. Hasta que, visitando las obras en construcción del hospital, se cruza con uno de los hombres con los que ha tenido relaciones. Cuando él se quiere acercar a saludarla, lo golpea salvajemente y cae inconsciente.
En la tercera parte de la película asistimos a las visitas infructuosas que tanto Charlotte sóla como con Max hacen a una psiquiatra. Las preguntas que le hace a Charlotte acerca de su comportamiento son respondidas desde la realidad de los hechos y no aclaran mucho la situación. Charlotte dice a la psiquiatra que Max no va a volver a confiar en élla.
Como resultado del juicio que se le sigue por la agresión, Charlotte pierde su licencia de trabajo.
El director de este film, Nanouk Leopold es también el autor del guión de la película y el 90 por ciento del argumento descansa en lo visual. Al espectador un poco ansioso le van a resultar insoportables los largos y lentos planos sobre una escenografía (todas las escenografías son fascinantes) o los enfoques desde la nuca de la protagonista mirando a través de la ventana.
Sin embargo, está en esas escenas sin explicación posible, el mismo movimiento browniano al que hace alusión el título de la película. Es más lo que se siente sobre la protagonista que lo que se sabe de élla. Sus sensaciones corporales son tan importantes que impregnan la mayor parte de la película.
No me refiero solamente a las escenas eróticas sexuales, sino a escenas sensuales por ejemplo una donde se recuesta desnuda sobre un cubrecama aterciopelado y deja que todo su cuerpo se impregne de su textura.
En la cuarta y última parte del film, la pareja se ha mudado a la India, aparentemente por el trabajo de Max. Tienen dos nuevos niños de muy corta edad. Max descubre que Charlotte sigue yendo todas las mañanas a la ciudad y su desconfianza hacia élla renace.
En la cama, Max le pregunta a quién está viendo ahora. Charlotte contesta que élla sigue siendo la misma persona y le requiere si no le es suficiente con que esté en ese momento con él.
Por la lentitud de las escenas no podemos decir que el argumento sea atrayente para todos los espectadores. Si la película tiene una cualidad es su interioridad. Las emociones no explicadas y sobre todo un mundo completo de sensaciones.
Siete puntos sobre diez es mi calificación para esta fascinante película holandesa.
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