Una médica francesa le dice a su padre en Marsella que debe operarse del corazón. El desaparece y aparentemente regresa a su país natal, Armenia. Ella decide irlo a buscar. Pero, ¿cómo se hace para buscar una persona en un país?, aunque el país sea pequeño como Armenia.
Esta es la base desde donde parte esta película de Robert Guediguian.
Es de alguna manera el viaje iniciático del que viaja para conocer sus raíces. Como todo viaje iniciático, el encuentro con otra realidad siempre hace que nuestro héroe (heroína en este caso) vaya cambiando, con o sin su aceptación.
Y además Armenia es un país sobre el que conocemos poco y nada. Sabemos que la mitad del país permanece en manos de Turquía y que la otra mitad fue una república comunista de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas porque estaba ahí, a los pies del Cáucaso y no por otra razón.
La película contiene material de sobra para entender y para darse cuenta de lo que son las diferentes culturas y lo que pesan al momento de querer definirse como un ser humano.
Excelente calidad del libro, escrito además por la intérprete principal, Ariane Ascaride junto con el director, cuyas raíces armenias deben haber ayudado muchísimo.
Pero no equivocarse, no se trata de una historia localista sobre los armenios. Esta realidad sobre inmigrantes o hijos de inmigrantes, se aplica a casi todos los países actualmente y a casi todas las culturas. Por una razón o por otra es mucha la gente que ha tenido que cortar amarras y volar hacia otra realidad.
Salvo que se sea de madera, no creo que haya persona a la que esta historia no la movilice, en cualquier sentido. Y además está muy bien hecha.
La música merece un párrafo aparte. Hermosa música del armenio Arto Tunboyaciyan, plena de dulces melodías y fuertes contrastes.
Quien pueda verla que no desperdicie la oportunidad. No se va a arrepentir.
Sobre 10 puntos en mi opinión se merece los 10 puntos por la calidez de los personajes y lo entrañable de la historia.
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