Nunca presté demasiado interés a la producción fílmica de los hermanos Coen y debo reconocer que, al menos con "Barton Fink", me equivoqué.
Barton Fink es el nombre de un escritor teatral al que Holywood lleva a Los Angeles en los años 40 con un contrato mefistofélico para escribir guiones de películas.
Toda la concepción visual y la dirección de arte de la película apunta a ser de pesadilla o al menos de sueño. Los personajes son oníricos y se comportan en el mejor de los casos como héroes kafkianos.
El guión que "Capitol Pictures" le encarga a Barton Fink (recordemos que es un autor teatral del off Broadway) es sobre lucha libre. Sí, así como lo cuento. Tiene que escribir un guión para una película sobre un gladiador de lucha libre y, cosa ridícula, ese luchador va a ser personificado por Wallace Beery.
Barton Fink es personificado espectacularmente por John Turturro, pero si alguien se lleva las medallas en esta película es John Goodman. Sus expresiones, su sonrisa y su natural bonhomía son perfectas a la hora de encarnar a este personaje siniestro. También está Judy Davis habitualmente correcta como es su costumbre.
Además del libro muy innovador todavía hoy, los hermanos Coen se encargan de la dirección y de la producción.
Todo hace que esta sea una película ideal para disfrutar del buen cine. Cuando termina uno todavía lleva encima carradas de interrogantes que tendrá que resolver con su almohada si es que le interesa resolverlos.
De 10 puntos, "Barton Fink" se merece 8 puntos. Excelente producción.
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