Los prestigiosos directores italianos, Paolo y Vittorio Taviani, deciden llevar al cine la representación de la tragedia de Shakespeare, "Julio César", interpretada por los reclusos de la cárcel de Rebibbia en la ciudad de Roma.
Por esta cárcel pasó Mehmet Ali Agca, el turco que disparó cuatro veces al papa Juan Pablo II, y muchos otros famosos convictos pertenecientes a la mafia. Actualmente Rebibbia es prácticamente una ciudad que tiene alrededor de 5,000 presos.
¿Qué es lo que uno imagina?, que los actores van a jugar los roles de los presos de la cárcel poniendo en escena los caracteres de la obra de teatro.
Pues no. No es así. En realidad, el taller de teatro de la prisión de máxima seguridad de Roma, a cargo de Fabio Cavalli, decidió un año montar la representación de "Julio César" a cargo de los reclusos. Y los hermanos Taviani decidieron filmar todas las instancias de este montaje. El anuncio inicial, el casting, los primeros ensayos, la lenta pero irreversible transformación de los reclusos en sus personajes. El resultado final, el documento de la representación se llevó el primer premio en el Festival de Berlín.
Por esta razón, para acentuar el caracter documental de la obra, también al principio del film se muestran los crímenes y sentencias que están purgando los intérpretes. Pero claro, estamos acostumbrados a que el cine nos mienta, mentiras piadosas digamos, para que nos creamos todo el resto de la creación.
No sé si la intención de los hermanos Taviani fue ir más allá de filmar la representación, pero queda dando vueltas la intuición que todos los seres humanos montamos personajes en los que nos convertimos, seamos actores, presos culpables de grandes crímenes o gente común. No incluyo a los políticos porque ya todos sabemos que éllos, como los médicos, sacerdotes y abogados, son los primeros actores de este mundo de apariencias.
Esta es la impresión que rescato de esta película. Magníficamente bien realizada, en blanco y negro casi todo el tiempo para que no se nos escapen los ojos del lugar donde estamos, realza con los claroscuros de la fotografía, los de las almas de los personajes, caídas en una tragedia provocada por los anhelos de poder, las manchas de los valores morales usados como herramientas de manipulación y la veleidad de la muchedumbre. Aspectos humanos tan bien plasmados en las tragedias de Guillermo Shakespeare.
No hay mucho más que pueda agregar. Hay que verla para entender cómo se puede realizar buen cine cuando se sabe a dónde se quiere llegar y se tiene algo concreto para decir.
Cosimo Rega, que interpreta a Casio en la representación, cuando vuelve a su celda dice: "desde que me familiaricé con el arte, esta celda se ha vuelto una prisión".
Nueve puntos sobre 10 para "César debe morir".
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