Llega la Navidad y todos nos ponemos un poco sensibles. Pero para la familia que retrata Daniele Thompson, esta magnífica realizadora monegasca, es un punto de corte.
Hay muchas historias que han quedado en el camino de los años y que reviven todas juntas frente a los conflictos que se desatan al llegar la Navidad.
Comienza el film con las escenas del entierro del marido de Yvette (Francoise Fabian). La nota de humor negro es que cuando bajan el ataúd, comienza a sonar su celular. Debe ser Janine, dice Yvette. Janine era la primera mujer del muerto e Yvette no le avisó, "dejará de sonar cuando se agote la batería".
Las tres hijas de Yvette son bien distintas. Sonia (Emmanuelle Beart), es la esposa de un ejecutivo y como tal se comporta. Louba (Sabine Azema) canta en un restaurante ruso, pues el padre de ellas, Stanislas (Claude Rich) es de origen ruso. Milla (Charlotte Gainsbourg), la más joven, es la oveja negra de la familia.
En la casa de Stanislas, hay un taller donde está viviendo Joseph (Christopher Thompson). Hijo de una antigua amante de Stanislas, se ha separado de su mujer y de su hijita de 5 años.
Louba está embarazada pero no sabe cómo decírselo a su amante Gilbert (Jean-Pierre Darrousin) cuya legítima mujer también está esperando a un cuarto hijo. Como Gilbert trabaja en una inmobiliaria, utilizan los departamentos que tiene para mostrar para sus encuentros.
La primer película de Daniele Thompson ya nos muestra su filiación de Alain Resnais. Una gran película coral donde los personajes siguen cada uno su camino y se cruzan en las alegrías y las aflicciones.
La Navidad es el detonante de muchas verdades no dichas y secretos escondidos.
Todo esto matizado por el verdadero cine francés, el de las realidades cotidianas y los sentimientos sin exacerbar, hace que la película sea un vehículo para emociones que pueden ser compartidas por todos los espectadores.
La buche
Ocho puntos para La Buche.
Bienvenido a mi mundo
sábado, 30 de noviembre de 2013
viernes, 29 de noviembre de 2013
Aquel martes, después de Navidad (Radu Muntean, 2010)
Hay algo que conmueve en esta película y es la simplicidad con que las escenas se suceden y la vida transcurre.
El film comienza con escenas de Paul (Mimi Branescu) y Raluca (Maria Popistasu) luego de hacer el amor. Lo que todavía no sabemos es que Raluca es la amante de Paul.
Nos vamos a enterar de a poco, por intermedio de los diálogos entre Paul y Raluca.
Luego vamos a acompañar a Paul y a su esposa Adriana (Mirela Oprisor) a hacer las compras de los regalos para Navidad en un centro comercial.
Hasta ese momento Paul no se siente externamente exigido por la necesidad de tomar una decisión. Y la película avanza.
Mientras Paul lleva a su hija Mara al consultorio odontológico, Adriana lo llama para avisarle que sale antes del trabajo y que los va a encontrar en el consultorio. Pero sucede que Raluca es la odontóloga que atiende a Mara.
Las escenas que podrían ser tensas, son manejadas con absoluto desapego por la cámara. Solo el tono de la voz de Raluca nos da indicios de la situación por la que está pasando.
Y es entonces que Paul empieza a tener problemas de conciencia.
De como se suceden las situaciones en "aquel martes", es que trata esta película, apelando en todo momento a la veracidad y al ojo del espectador que asiste a estas situaciones sin movilizarlo ni apelar a sus emociones.
Sensacional manejo de una historia que podría ser dramática sino fuera porque está contada desde el escaparate.
Trailer
Las consecuencias del adulterio de Paul se descargan sobre el espectador y el film termina, dejándo a todos los personajes en una situación desamparada.
Ocho puntos para esta excelente película rumana.
El film comienza con escenas de Paul (Mimi Branescu) y Raluca (Maria Popistasu) luego de hacer el amor. Lo que todavía no sabemos es que Raluca es la amante de Paul.
Nos vamos a enterar de a poco, por intermedio de los diálogos entre Paul y Raluca.
Luego vamos a acompañar a Paul y a su esposa Adriana (Mirela Oprisor) a hacer las compras de los regalos para Navidad en un centro comercial.
Hasta ese momento Paul no se siente externamente exigido por la necesidad de tomar una decisión. Y la película avanza.
Mientras Paul lleva a su hija Mara al consultorio odontológico, Adriana lo llama para avisarle que sale antes del trabajo y que los va a encontrar en el consultorio. Pero sucede que Raluca es la odontóloga que atiende a Mara.
Las escenas que podrían ser tensas, son manejadas con absoluto desapego por la cámara. Solo el tono de la voz de Raluca nos da indicios de la situación por la que está pasando.
Y es entonces que Paul empieza a tener problemas de conciencia.
De como se suceden las situaciones en "aquel martes", es que trata esta película, apelando en todo momento a la veracidad y al ojo del espectador que asiste a estas situaciones sin movilizarlo ni apelar a sus emociones.
Sensacional manejo de una historia que podría ser dramática sino fuera porque está contada desde el escaparate.
Trailer
Las consecuencias del adulterio de Paul se descargan sobre el espectador y el film termina, dejándo a todos los personajes en una situación desamparada.
Ocho puntos para esta excelente película rumana.
miércoles, 27 de noviembre de 2013
Reconstrucción (Christoffer Boe, 2003)
El cine, como séptimo arte, debe mucho en su construcción, a la literatura. Muchas veces hermosos filmes han tenido como origen una excelente, o no tanto, novela.
Sin embargo, salvo para algunos realizadores amantes del surrealismo, es poco y nada lo que el cine llega a absorver de las estructuras literarias.
"Reconstrucción" es la excepción. Desde su primer escena la pseudo-realidad fílmica se ve alterada por un cambio de rumbo en la narración de la película. "Un hombre solo, no, en realidad, no estaba solo.".
De ahí en más, Christoffer Boe nos va a deleitar con cambios de rumbo y figuras dignas de la mejor novelística contemporánea. Es casi un Julio Cortázar describiendo en "Rayuela" a sus personajes. Y así los hace viajar por una realidad onírica, pero no por eso menos real. Ojo, no estoy diciendo que la película esté repleta de sinsentidos, todo lo contrario, pero los sentidos son maleables. Y en una película se puede manipular la memoria y la causalidad.
Así el pobre Alex (Nicolaj Lie Kaas) va a dejar a su novia Simone para ir al encuentro de Aimée. Tanto Simone como Aimée interpretadas por Maria Bonnevie.
¿Dos personajes distintos en la novela? o quizás ¿el mismo personaje con dos avatares?. Y, en realidad, Alex existe, o es una creación literaria de August, el marido de Aimée.
La dirección, magnífica, nos lleva con brillantes apuntes cinematográficos, a estar magnetizados por la dilación que la relación de Alex sufre. "¿Vamos a Roma?", le pregunta en un primer encuentro a Aimée. Un primer encuentro que luego repetirá con variaciones para deleite del espectador.
Es una película fácil de ver si uno acepta las reglas de magia que el director ha planteado con franqueza desde la primer escena. Si uno quiere explicaciones y una regla estricta de causa-efecto, se va a frustrar, porque no es eso lo que la película tiene para ofrecer.
Hermosos apuntes de sonido con el "Adagio para cuerdas" de Barber acompañan la dramaticidad de algunas escenas, solo lo suficiente para crear la expectativa de belleza.
La fotografía es impecable al igual que el montaje, del que depende en mucho el suceso de este film.
Primeros 6 minutos de "Reconstrucción"
Diez puntos para esta hermosa realización cinematográfica que nos devuelve al mundo de los cuentos y de los sueños y del buen cine.
Sin embargo, salvo para algunos realizadores amantes del surrealismo, es poco y nada lo que el cine llega a absorver de las estructuras literarias.
"Reconstrucción" es la excepción. Desde su primer escena la pseudo-realidad fílmica se ve alterada por un cambio de rumbo en la narración de la película. "Un hombre solo, no, en realidad, no estaba solo.".
De ahí en más, Christoffer Boe nos va a deleitar con cambios de rumbo y figuras dignas de la mejor novelística contemporánea. Es casi un Julio Cortázar describiendo en "Rayuela" a sus personajes. Y así los hace viajar por una realidad onírica, pero no por eso menos real. Ojo, no estoy diciendo que la película esté repleta de sinsentidos, todo lo contrario, pero los sentidos son maleables. Y en una película se puede manipular la memoria y la causalidad.
Así el pobre Alex (Nicolaj Lie Kaas) va a dejar a su novia Simone para ir al encuentro de Aimée. Tanto Simone como Aimée interpretadas por Maria Bonnevie.
¿Dos personajes distintos en la novela? o quizás ¿el mismo personaje con dos avatares?. Y, en realidad, Alex existe, o es una creación literaria de August, el marido de Aimée.
La dirección, magnífica, nos lleva con brillantes apuntes cinematográficos, a estar magnetizados por la dilación que la relación de Alex sufre. "¿Vamos a Roma?", le pregunta en un primer encuentro a Aimée. Un primer encuentro que luego repetirá con variaciones para deleite del espectador.
Es una película fácil de ver si uno acepta las reglas de magia que el director ha planteado con franqueza desde la primer escena. Si uno quiere explicaciones y una regla estricta de causa-efecto, se va a frustrar, porque no es eso lo que la película tiene para ofrecer.
Hermosos apuntes de sonido con el "Adagio para cuerdas" de Barber acompañan la dramaticidad de algunas escenas, solo lo suficiente para crear la expectativa de belleza.
La fotografía es impecable al igual que el montaje, del que depende en mucho el suceso de este film.
Primeros 6 minutos de "Reconstrucción"
Diez puntos para esta hermosa realización cinematográfica que nos devuelve al mundo de los cuentos y de los sueños y del buen cine.
martes, 26 de noviembre de 2013
El Gran Viaje (Ismael Ferroukhi, 2004)
La familia de Reza, cuyo padre es marroquí, vive hace largos años en Francia. Reza, ha nacido allí.
El padre decide hacer su peregrinación a La Meca y quiere viajar en auto. El hermano mayor de Reza es quien va a manejar ese largo trayecto, 6000 millas, pero, justo antes de partir, pasa un semáforo en rojo y pierde su licencia de conducir. El padre decide entonces que sea Reza quien conduzca el auto en ese gran viaje.
Reza es un adolescente a punto de finalizar su escuela secundaria y lo que menos ganas tiene es de ir a La Meca. Sobre todo por su novia, Lisa. La voluntad del padre se impone y Reza termina conduciendo.
Porqué hacer ese largo viaje en auto y no en avión. La respuesta del padre es:
"El agua del océano se evapora y se convierte en nubes. Y mientras se evapora, se refresca. Es por eso mejor ir en tu peregrinaje a pie que a caballo; y mejor a caballo que en auto; y mejor en auto que en barco; y mejor en barco que en avión."
Las imposiciones de su padre durante el viaje se vuelven insoportables para Reza. Van a ser muchos los pormenores que sucedan a causa de su rebeldía durante el largo viaje.
En Serbia se pierden por un camino secundario. En Bulgaria se congelan al cruzar los montes Balcano. Y la entrada a Turquía es de lo más tempestuosa.
Pero a fuerza de la tozudez de su padre y de darse la cabeza contra la pared, nuestro héroe va a aprender muchas cosas en este largo viaje.
La película es muy interesante, aunque no novedosa, pero muy fácil de disfrutar y de seguir. El ritmo es el adecuado y no es lo que llamarían una road movie, porque gracias a la intercesión de la religión musulmana muchas costumbres bloquean los puntos comunes de ese tipo de cine.
La fotografía es hermosa y los grandes paisajes ayudan con su grandiosidad.
Es de destacar la participación de equipos cinematográficos y de producción en Serbia, Bulgaria y Turquía, aunque muchos de los exteriores desérticos pertenecen a Marruecos.
Las emociones de los desencuentros entre padre e hijo van llenando la película de sentimientos encontrados.
El gran viaje
Ocho puntos sobre diez para este film vencedor de los festivales de Venecia y Mar del Plata.
El padre decide hacer su peregrinación a La Meca y quiere viajar en auto. El hermano mayor de Reza es quien va a manejar ese largo trayecto, 6000 millas, pero, justo antes de partir, pasa un semáforo en rojo y pierde su licencia de conducir. El padre decide entonces que sea Reza quien conduzca el auto en ese gran viaje.
Reza es un adolescente a punto de finalizar su escuela secundaria y lo que menos ganas tiene es de ir a La Meca. Sobre todo por su novia, Lisa. La voluntad del padre se impone y Reza termina conduciendo.
Porqué hacer ese largo viaje en auto y no en avión. La respuesta del padre es:
"El agua del océano se evapora y se convierte en nubes. Y mientras se evapora, se refresca. Es por eso mejor ir en tu peregrinaje a pie que a caballo; y mejor a caballo que en auto; y mejor en auto que en barco; y mejor en barco que en avión."
Las imposiciones de su padre durante el viaje se vuelven insoportables para Reza. Van a ser muchos los pormenores que sucedan a causa de su rebeldía durante el largo viaje.
En Serbia se pierden por un camino secundario. En Bulgaria se congelan al cruzar los montes Balcano. Y la entrada a Turquía es de lo más tempestuosa.
Pero a fuerza de la tozudez de su padre y de darse la cabeza contra la pared, nuestro héroe va a aprender muchas cosas en este largo viaje.
La película es muy interesante, aunque no novedosa, pero muy fácil de disfrutar y de seguir. El ritmo es el adecuado y no es lo que llamarían una road movie, porque gracias a la intercesión de la religión musulmana muchas costumbres bloquean los puntos comunes de ese tipo de cine.
La fotografía es hermosa y los grandes paisajes ayudan con su grandiosidad.
Es de destacar la participación de equipos cinematográficos y de producción en Serbia, Bulgaria y Turquía, aunque muchos de los exteriores desérticos pertenecen a Marruecos.
Las emociones de los desencuentros entre padre e hijo van llenando la película de sentimientos encontrados.
El gran viaje
Ocho puntos sobre diez para este film vencedor de los festivales de Venecia y Mar del Plata.
domingo, 24 de noviembre de 2013
La mejor oferta (Giuseppe Tornatore, 2013)
Mr. Virgil Oldman es un conocedor de arte y rematador de profesión. Es muy buscado por las galerías de arte para evaluar objetos o pinturas descubiertos. Mr. Virgil Oldman es interpretado por Geoffrey Rush y nunca otro actor podría haberlo hecho como lo hace él.
Un día recibe un llamado de una heredera huérfana que quiere evaluar los objetos que posee en su casona para una eventual venta. Y este llamado va a trastornar toda su ordenada vida.
De allí en más la película se centra en su relación con esta heredera huérfana que no deja que nadie la vea jamás. Y como esto encaja con sus propias obsesiones de no tocar nada, siempre usa guantes.
La escenografía es muy importante. Los objetos de las galerías de arte, las pinturas rescatadas del olvido.
La casona donde vive Claire (Sylvia Hoeks), tal el nombre de la huérfana enclaustrada en sus habitaciones, está llena de objetos de arte, y es en el sótano, donde Virgil con buen ojo de coleccionista, descubre unos engranajes de relojería. Se los lleva a un conocido que repara cualquier cosa (Robert, un perfecto Jim Sturgess) y este descubre que son parte de un autómata, un robot, del siglo XVII.
Pero Virgil se está obsesionando más y más con Claire e intenta por todos los medios que salga de su encierro. Es perfectamente razonable que se enamore de élla.
El resto de la historia son las idas y venidas de la tasación, la creación del catálogo de las piezas y el profundo enamoramiento, probablemente por primera vez en su vida, de Mr. Oldman.
Pero "La mejor oferta" no es una historia de amor, sino un thriller de misterio con suspenso disimulado detrás de los vericuetos de la relación entre Virgil y Claire.
El final es abrupto y cae sobre el espectador desprevenido. No hay avisos, salvo una frase que dice un amigo de Virgil, Billy (eficaz Donald Sutherland), "todo es falsificable, hasta el amor".
La fotografía es de un preciosismo encantador que los italianos saben hacer a la perfección. La música es de Ennio Morricone y con eso está todo dicho.
Trailer de la película.
Nueve puntos para esta realización de Giuseppe Tornatore.
Un día recibe un llamado de una heredera huérfana que quiere evaluar los objetos que posee en su casona para una eventual venta. Y este llamado va a trastornar toda su ordenada vida.
De allí en más la película se centra en su relación con esta heredera huérfana que no deja que nadie la vea jamás. Y como esto encaja con sus propias obsesiones de no tocar nada, siempre usa guantes.
La escenografía es muy importante. Los objetos de las galerías de arte, las pinturas rescatadas del olvido.
La casona donde vive Claire (Sylvia Hoeks), tal el nombre de la huérfana enclaustrada en sus habitaciones, está llena de objetos de arte, y es en el sótano, donde Virgil con buen ojo de coleccionista, descubre unos engranajes de relojería. Se los lleva a un conocido que repara cualquier cosa (Robert, un perfecto Jim Sturgess) y este descubre que son parte de un autómata, un robot, del siglo XVII.
Pero Virgil se está obsesionando más y más con Claire e intenta por todos los medios que salga de su encierro. Es perfectamente razonable que se enamore de élla.
El resto de la historia son las idas y venidas de la tasación, la creación del catálogo de las piezas y el profundo enamoramiento, probablemente por primera vez en su vida, de Mr. Oldman.
Pero "La mejor oferta" no es una historia de amor, sino un thriller de misterio con suspenso disimulado detrás de los vericuetos de la relación entre Virgil y Claire.
El final es abrupto y cae sobre el espectador desprevenido. No hay avisos, salvo una frase que dice un amigo de Virgil, Billy (eficaz Donald Sutherland), "todo es falsificable, hasta el amor".
La fotografía es de un preciosismo encantador que los italianos saben hacer a la perfección. La música es de Ennio Morricone y con eso está todo dicho.
Trailer de la película.
Nueve puntos para esta realización de Giuseppe Tornatore.
sábado, 23 de noviembre de 2013
Gebo y la sombra (Manoel de Oliveira, 2012)
Siempre una nueva película de Manoel de Oliveira es un milagro de belleza, misterio y de supervivencia.
"O Gebo e a Sombra" lo confirma. Extraída de la obra teatral de Raul Brandao, la puesta en escena parece sacada del libro de los muertos. Tragedia sin límites, la sombra avanza para comérselo todo, para matar o para robar. Los diálogos son menudos, sin frases importantes, pero con contenidos emotivos que recurren a las grandes tragedias griegas.
La iluminación y fotografía es de una acogedora calidez en este submundo tan sórdido de Gebo y su familia.
Un párrafo aparte merecen los actores. No ha sido la especialidad del director portugués la dirección de actores, sin embargo, siempre en todas sus películas, están todos correctos.
En este caso es sobre éllos que descansa el peso de la película. Hablada en francés para encontrar un espacio en común para actores de tan diferentes nacionalidades.
Michael Lonsdale, es quien encarna a Gebo y su tono de voz, que es casi un susurro pidiendo perdón es importantísimo para la trama.
Claudia Cardinale, en el rol de la madre y mujer de Gebo, es la Madre por antonomasia, sumiendo a su familia en la desdicha.
Leonor Silveira, como la nuera silenciosa y callada que cuida de sus padres adoptivos, resume en esta película toda su experiencia encarnando un personaje de muy diferente psicología a todo lo que había hecho hasta ahora.
Jeanne Moreau, es la vecina de las historias de pueblo, que sufre de palpitaciones a cambio de unas galletas. Luis Miguel Cintra acertadísimo en el personaje de Chamiço, quien viene a la casa por un café.
Y, por último, el núcleo de la historia, Ricardo Trepa, el nieto de Manoel de Oliveira, como el hijo pródigo que regresa sólo a traer más males a su familia.
De una cadencia lenta y sinuosa, como las últimas páginas de la muerte, es esta hermosa película.
A pocos días de su cumpleaños 105 (11 de diciembre), celebro haber visto esta su última (al menos por ahora) película.
No es necesario que mencione calificación ya que toda medición de mi parte está de más para una obra de arte.
Tributo a Manoel de Oliveira
"O Gebo e a Sombra" lo confirma. Extraída de la obra teatral de Raul Brandao, la puesta en escena parece sacada del libro de los muertos. Tragedia sin límites, la sombra avanza para comérselo todo, para matar o para robar. Los diálogos son menudos, sin frases importantes, pero con contenidos emotivos que recurren a las grandes tragedias griegas.
La iluminación y fotografía es de una acogedora calidez en este submundo tan sórdido de Gebo y su familia.
Un párrafo aparte merecen los actores. No ha sido la especialidad del director portugués la dirección de actores, sin embargo, siempre en todas sus películas, están todos correctos.
En este caso es sobre éllos que descansa el peso de la película. Hablada en francés para encontrar un espacio en común para actores de tan diferentes nacionalidades.
Michael Lonsdale, es quien encarna a Gebo y su tono de voz, que es casi un susurro pidiendo perdón es importantísimo para la trama.
Claudia Cardinale, en el rol de la madre y mujer de Gebo, es la Madre por antonomasia, sumiendo a su familia en la desdicha.
Leonor Silveira, como la nuera silenciosa y callada que cuida de sus padres adoptivos, resume en esta película toda su experiencia encarnando un personaje de muy diferente psicología a todo lo que había hecho hasta ahora.
Jeanne Moreau, es la vecina de las historias de pueblo, que sufre de palpitaciones a cambio de unas galletas. Luis Miguel Cintra acertadísimo en el personaje de Chamiço, quien viene a la casa por un café.
Y, por último, el núcleo de la historia, Ricardo Trepa, el nieto de Manoel de Oliveira, como el hijo pródigo que regresa sólo a traer más males a su familia.
De una cadencia lenta y sinuosa, como las últimas páginas de la muerte, es esta hermosa película.
A pocos días de su cumpleaños 105 (11 de diciembre), celebro haber visto esta su última (al menos por ahora) película.
No es necesario que mencione calificación ya que toda medición de mi parte está de más para una obra de arte.
Tributo a Manoel de Oliveira
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jueves, 21 de noviembre de 2013
Crónica de una muerte anunciada (Francesco Rosi, 1987)
La dirección de Francesco Rosi sin lugar a dudas era la más apta para trasladar a la imagen cinematográfica la novela de Gabriel García Márquez, "Crónica de una muerte anunciada".
Muy acertadamente elige como locación, un pueblo colombiano, en la márgen de un río. Por este río, al menos visualmente llegan las novedades al pueblo.
Pero la crónica de refiere a otra cosa. Los hermanos de Angela Vicario (bellísima Ornella Muti) para vengar su honor, han jurado matar a Santiago Nasar. Y así lo sabe todo el pueblo.
Un pueblo que está convulsionado por la llegada del obispo, obispo que ni siquiera va a bajar del barco que lo traslada sino que impartirá su bendición mientras el barco pasa por el muelle.
Esto hace que la noticia no llegue al interesado sino a último momento y él elige salir al ruedo.
Ya el alcalde les había requisado los cuchillos a los hermanos Vicario, pero estos consiguen cuchillos nuevos.
Quien inicia el relato es un amigo de Santiago Nasar, que vuelve al pueblo para hacerse cargo del hospital local. Y así nos va contando los hechos como sucedieron desde que llegara al pueblo Bayardo San Román (un increíble Rupert Everett) en busca de una novia con la que casarse. Apenas ve a Angela Vicario, se jura que ella va a ser su mujer.
Aunque élla al principio no lo quiere, acaba cediendo a las presiones de su familia y de sus amigas. Bayardo San Román pareciera tener todo el dinero del mundo y con ese dinero compra lo que quiere.
Hay imagenes de un paseo en barca por el río de Angela y Bayardo que son maravillosas. La dirección de cámaras de Francesco Rosi embellece aún más la imagen y no permite que se impregne del fatalismo del destino de esta muerte anunciada.
Como García Márquez lo ha hecho en toda su obra, esta muerte anunciada, es el reflejo de tantas muertes anunciadas en los países de nuestro continente latinoamericano. Todos conocen el futuro atroz al que se avanza con paso firme, pero nadie puede hacer nada para impedirlo. Ni curas ni el alcalde, ni los comerciantes, ni el pueblo mismo.
Todos esperan con horror que maten a Santiago Nasar.
El nudo de la película.
Diez puntos sin vacilar para esta joya de la cinematografía, "Crónica de una muerte anunciada".
Muy acertadamente elige como locación, un pueblo colombiano, en la márgen de un río. Por este río, al menos visualmente llegan las novedades al pueblo.
Pero la crónica de refiere a otra cosa. Los hermanos de Angela Vicario (bellísima Ornella Muti) para vengar su honor, han jurado matar a Santiago Nasar. Y así lo sabe todo el pueblo.
Un pueblo que está convulsionado por la llegada del obispo, obispo que ni siquiera va a bajar del barco que lo traslada sino que impartirá su bendición mientras el barco pasa por el muelle.
Esto hace que la noticia no llegue al interesado sino a último momento y él elige salir al ruedo.
Ya el alcalde les había requisado los cuchillos a los hermanos Vicario, pero estos consiguen cuchillos nuevos.
Quien inicia el relato es un amigo de Santiago Nasar, que vuelve al pueblo para hacerse cargo del hospital local. Y así nos va contando los hechos como sucedieron desde que llegara al pueblo Bayardo San Román (un increíble Rupert Everett) en busca de una novia con la que casarse. Apenas ve a Angela Vicario, se jura que ella va a ser su mujer.
Aunque élla al principio no lo quiere, acaba cediendo a las presiones de su familia y de sus amigas. Bayardo San Román pareciera tener todo el dinero del mundo y con ese dinero compra lo que quiere.
Hay imagenes de un paseo en barca por el río de Angela y Bayardo que son maravillosas. La dirección de cámaras de Francesco Rosi embellece aún más la imagen y no permite que se impregne del fatalismo del destino de esta muerte anunciada.
Como García Márquez lo ha hecho en toda su obra, esta muerte anunciada, es el reflejo de tantas muertes anunciadas en los países de nuestro continente latinoamericano. Todos conocen el futuro atroz al que se avanza con paso firme, pero nadie puede hacer nada para impedirlo. Ni curas ni el alcalde, ni los comerciantes, ni el pueblo mismo.
Todos esperan con horror que maten a Santiago Nasar.
El nudo de la película.
Diez puntos sin vacilar para esta joya de la cinematografía, "Crónica de una muerte anunciada".
miércoles, 20 de noviembre de 2013
Elena (Andrei Zvyagintsev, 2011)
Ante todo hay que destacar la perfección con que ha sido realizada esta película. La fotografía, los tiempos y su ritmo, las actuaciones, la dirección de cámara y de los actores y la música.
La primera escena nos deja ver una casa de alto nivel adquisitivo y como está amaneciendo a través de las ramas de un árbol. Ya esta primera escena nos llena de maravilla.
Y luego nos iremos adentrando en la historia de Elena magníficamente interpretada por Nadeshda Markina. Una mujer mayor, que fue enfermera y atendió a su actual marido, Volodya (Andrei Smirnov) cuando sufrió una intervención por peritonitis y hace ya 3 años que se han casado.
Para Elena su mayor preocupación es la familia de su hijo Sergei (Aleksei Rosin) y su manutención. Sergei no tiene trabajo así que Elena lo mantiene, a él y a su familia, con su jubilación. También hace algunos gastos extra con su tarjeta de crédito, que son pagados sin saberlo por Volodya.
Volodya no ve con buenos ojos ese comportamiento de parásitos de Sergei y su familia. Pero Elena le reprocha que él no mira la conducta abandonada de su hija Tatyana (Evgeniya Konushkina).
Ahora la preocupación de Sergei es que Volodya les preste dinero para conseguir librar a su hijo de 17 años del servicio militar, ya que es un riesgo enviar a un chico al ejército.
Elena lo habla con Volodya, pero él sostiene que debería ser preocupación de su padre liberar a su hijo del servicio militar y que es lo mejor que le podría pasar.
Estos son los términos del planteo de conductas entre los personajes de Elena.
Volodya sufre un ataque cardíaco y queda dependiendo de su mujer. Elena va a una iglesia a poner velas al santo que intercede por la salud de los enfermos.
Cuando Volodya vuelve a su casa, Elena vuelve a preguntar por el pedido de Sergei y ahí nos enteramos que ya le debe dinero que pidió y nunca devolvió.
Todo esto desata el conflicto que Elena resuelve con frialdad.
El planteo de las escenas es formalmente perfecto. La música, que nos prepara para el ataque cardíaco de Volodya y para los restantes momentos de tensión de la película, es del magistral Philip Glass. Es curioso encontrar su música en una película de origen ruso, pero es única para realzar la dramatización de una imagen pobre en sentimientos.
A la conclusión de la película nos preguntaremos si ese es el pobre estado actual de la situación social en Rusia, resultado del liberalismo para la población en general.
Diez puntos para "Elena", una genial obra maestra de este nuevo director ruso.
Trailer con la música de Philip Glass.
La primera escena nos deja ver una casa de alto nivel adquisitivo y como está amaneciendo a través de las ramas de un árbol. Ya esta primera escena nos llena de maravilla.
Y luego nos iremos adentrando en la historia de Elena magníficamente interpretada por Nadeshda Markina. Una mujer mayor, que fue enfermera y atendió a su actual marido, Volodya (Andrei Smirnov) cuando sufrió una intervención por peritonitis y hace ya 3 años que se han casado.
Para Elena su mayor preocupación es la familia de su hijo Sergei (Aleksei Rosin) y su manutención. Sergei no tiene trabajo así que Elena lo mantiene, a él y a su familia, con su jubilación. También hace algunos gastos extra con su tarjeta de crédito, que son pagados sin saberlo por Volodya.
Volodya no ve con buenos ojos ese comportamiento de parásitos de Sergei y su familia. Pero Elena le reprocha que él no mira la conducta abandonada de su hija Tatyana (Evgeniya Konushkina).
Ahora la preocupación de Sergei es que Volodya les preste dinero para conseguir librar a su hijo de 17 años del servicio militar, ya que es un riesgo enviar a un chico al ejército.
Elena lo habla con Volodya, pero él sostiene que debería ser preocupación de su padre liberar a su hijo del servicio militar y que es lo mejor que le podría pasar.
Estos son los términos del planteo de conductas entre los personajes de Elena.
Volodya sufre un ataque cardíaco y queda dependiendo de su mujer. Elena va a una iglesia a poner velas al santo que intercede por la salud de los enfermos.
Cuando Volodya vuelve a su casa, Elena vuelve a preguntar por el pedido de Sergei y ahí nos enteramos que ya le debe dinero que pidió y nunca devolvió.
Todo esto desata el conflicto que Elena resuelve con frialdad.
El planteo de las escenas es formalmente perfecto. La música, que nos prepara para el ataque cardíaco de Volodya y para los restantes momentos de tensión de la película, es del magistral Philip Glass. Es curioso encontrar su música en una película de origen ruso, pero es única para realzar la dramatización de una imagen pobre en sentimientos.
A la conclusión de la película nos preguntaremos si ese es el pobre estado actual de la situación social en Rusia, resultado del liberalismo para la población en general.
Diez puntos para "Elena", una genial obra maestra de este nuevo director ruso.
Trailer con la música de Philip Glass.
jueves, 14 de noviembre de 2013
El hombre de la tierra (The man from Earth) (Richard Schenkman, 2007)
En un inteligentísimo guión escrito por Jerome Bixby, "El hombre de la tierra" comienza como la fiesta de despedida a un profesor (John) que deja el colegio donde enseña para mudarse a otro sitio.
Algunos de los profesores compañeros, llegan hasta su casa, situada en un páramo, para despedirlo y preguntarle por las razones de su partida.
Alguien insinúa que para él los años no pasan, que se lo ve igual que cuando llegó. Entre las cosas que está mudando aparece un aparente cuadro de Van Gogh, dedicado al dorso en francés.
En su casa tiene un buril del período prehistórico. Cuando le preguntan dónde lo obtuvo, contesta que lo compró en una tienda de baratijas.
Y de pronto, frente a la andanada de preguntas, decide contar parte de la verdad de su historia.
Viene de hace 14.000 años, cuando fue un Cro-Magnon. Todos consideran que es una broma, pero él insiste en dar detalles de lo que ha sido su vida durante los 14.000 años que lleva viviendo.
Debido a que no envejece, tiene que mudarse periódicamente y cambiar de nombre y hasta de profesión.
Las preguntas y respuestas y los juegos de malabarismo con los hechos históricos, crean una historia interesantísima, donde nadie está seguro de nada, de si John miente o está diciendo la verdad. El mismo corrobora que sus recuerdos son muchas veces vagos, por el tiempo que ha pasado.
En un increíble juego de imaginación, el argumento de Jerome Bixby confunde incluso al espectador, que prefiere creer en la historia del Cro-Magnon, en lugar de lo que la razón le indica.
Con pobrísimos elementos, apenas el decorado del salón de una casa y exteriores pobrísimos, toda la magia de la película se asienta en la historia que se está contando.
Cuando afirma haber aprendido de Buda, todos se convulsionan. Y ni decir con algunas otras revelaciones de personajes históricos que conoció o, incluso, fue.
Para disfrutar sin grandes pretensiones. No es el cine para interpretar, simplemente es una historia muy bien contada y que logra mantener la atención del espectador.
Siete puntos para "El hombre en la tierra".
Algunos de los profesores compañeros, llegan hasta su casa, situada en un páramo, para despedirlo y preguntarle por las razones de su partida.
Alguien insinúa que para él los años no pasan, que se lo ve igual que cuando llegó. Entre las cosas que está mudando aparece un aparente cuadro de Van Gogh, dedicado al dorso en francés.
En su casa tiene un buril del período prehistórico. Cuando le preguntan dónde lo obtuvo, contesta que lo compró en una tienda de baratijas.
Y de pronto, frente a la andanada de preguntas, decide contar parte de la verdad de su historia.
Viene de hace 14.000 años, cuando fue un Cro-Magnon. Todos consideran que es una broma, pero él insiste en dar detalles de lo que ha sido su vida durante los 14.000 años que lleva viviendo.
Debido a que no envejece, tiene que mudarse periódicamente y cambiar de nombre y hasta de profesión.
Las preguntas y respuestas y los juegos de malabarismo con los hechos históricos, crean una historia interesantísima, donde nadie está seguro de nada, de si John miente o está diciendo la verdad. El mismo corrobora que sus recuerdos son muchas veces vagos, por el tiempo que ha pasado.
En un increíble juego de imaginación, el argumento de Jerome Bixby confunde incluso al espectador, que prefiere creer en la historia del Cro-Magnon, en lugar de lo que la razón le indica.
Con pobrísimos elementos, apenas el decorado del salón de una casa y exteriores pobrísimos, toda la magia de la película se asienta en la historia que se está contando.
Cuando afirma haber aprendido de Buda, todos se convulsionan. Y ni decir con algunas otras revelaciones de personajes históricos que conoció o, incluso, fue.
Para disfrutar sin grandes pretensiones. No es el cine para interpretar, simplemente es una historia muy bien contada y que logra mantener la atención del espectador.
Siete puntos para "El hombre en la tierra".
domingo, 10 de noviembre de 2013
Un domingo en el campo (Bertrand Tavernier, 1984)
¡Ah!, es un placer ver un film así. Lleno de la magia del otoño en la campiña francesa y de la magia melancólica de un pintor, el señor Ladmiral, que en un domingo de principios del siglo XX, recibe a sus hijos de visita en su casa del campo.
Como cada domingo, su hijo Gonzague (Michel Aumont) viaja con su mujer y sus tres hijos, Emile, Lucien y Mireille, desde París en tren, a pasar el día con su padre (Louis Ducreux).
Gonzague trabaja en una oficina y su mujer, Marie-Therese (Genevieve Mnich) fue asistente en esa misma oficina, pero desde que tuvo a sus hijos dejó de trabajar para dedicarse a su casa.
Muchas de estas pequeñas notas de sus vidas nos son contadas por una voz en off que llena los agujeros de la historia.
Lo bucólico del lugar, la siesta luego del almuerzo, todo, se ve perturbado por la intempestiva llegada de Irene (Sabine Azema). Irene llega conduciendo su auto y con su flamante perro llamado Caviar.
Despierta a los durmientes, abraza y besa a Mireille y a su padre, y juega con su perro Caviar.
Luego, en una escena de maravillas, que ya querría haber tenido Renoir presente para pintarla, lleva a su padre a una taberna al borde del río, donde hay músicos y la gente baila, los valsecitos franceses.
Ella pide una copa de cerezas con aguardiente y él una de menta.
Hay un pescador que está rondando a la mujer del dueño de la taberna y le regala un pescado. Mientras que el dueño lo espanta.
Todo esto, con una dulzura, con un amor a la vida y con una falta de aceleración total. Nada es compulsivo, nada es ruidoso ni estridente.
Y finalmente Irene se va, tan repentinamente como llegó, en su auto. Gonzague y su familia se quedan a cenar con su padre que pide que no lo dejen solo y luego parten de regreso en el tren.
De vuelta de la estación, el señor Ladmiral, decide descartar el cuadro que estaba pintando y coloca una tela en blanco sobre el atril.
La música es de nada más ni nada menos que de Fauré y agrega una nota deliciosa a la fotografía y el ritmo de la película.
La fotografía es una delicia, tanto de los matices soleados del jardín y del parque, como de los interiores cargados de objetos hermosos, pinturas, muebles y hasta mantones.
Es una película que todos debieran ver, para reconciliarse con la vida y decidir que cuando la muerte llegue, ojalá nos encuentre así, como al señor Ladmiral, en su casa y visitado por sus hijos.
Irene y sus recuerdos
"Un domingo en el campo" se lleva los diez puntos en mi calificación.
Como cada domingo, su hijo Gonzague (Michel Aumont) viaja con su mujer y sus tres hijos, Emile, Lucien y Mireille, desde París en tren, a pasar el día con su padre (Louis Ducreux).
Gonzague trabaja en una oficina y su mujer, Marie-Therese (Genevieve Mnich) fue asistente en esa misma oficina, pero desde que tuvo a sus hijos dejó de trabajar para dedicarse a su casa.
Muchas de estas pequeñas notas de sus vidas nos son contadas por una voz en off que llena los agujeros de la historia.
Lo bucólico del lugar, la siesta luego del almuerzo, todo, se ve perturbado por la intempestiva llegada de Irene (Sabine Azema). Irene llega conduciendo su auto y con su flamante perro llamado Caviar.
Despierta a los durmientes, abraza y besa a Mireille y a su padre, y juega con su perro Caviar.
Luego, en una escena de maravillas, que ya querría haber tenido Renoir presente para pintarla, lleva a su padre a una taberna al borde del río, donde hay músicos y la gente baila, los valsecitos franceses.
Ella pide una copa de cerezas con aguardiente y él una de menta.
Hay un pescador que está rondando a la mujer del dueño de la taberna y le regala un pescado. Mientras que el dueño lo espanta.
Todo esto, con una dulzura, con un amor a la vida y con una falta de aceleración total. Nada es compulsivo, nada es ruidoso ni estridente.
Y finalmente Irene se va, tan repentinamente como llegó, en su auto. Gonzague y su familia se quedan a cenar con su padre que pide que no lo dejen solo y luego parten de regreso en el tren.
De vuelta de la estación, el señor Ladmiral, decide descartar el cuadro que estaba pintando y coloca una tela en blanco sobre el atril.
La música es de nada más ni nada menos que de Fauré y agrega una nota deliciosa a la fotografía y el ritmo de la película.
La fotografía es una delicia, tanto de los matices soleados del jardín y del parque, como de los interiores cargados de objetos hermosos, pinturas, muebles y hasta mantones.
Es una película que todos debieran ver, para reconciliarse con la vida y decidir que cuando la muerte llegue, ojalá nos encuentre así, como al señor Ladmiral, en su casa y visitado por sus hijos.
Irene y sus recuerdos
"Un domingo en el campo" se lleva los diez puntos en mi calificación.
sábado, 2 de noviembre de 2013
Vania en la calle 42 (Louis Malle, 1994)
"Tío Vania" es uno de los hitos fundamentales en la obra de Anton Chejov y un apreciado hito para quienes hacen teatro. Un grupo de teatro, dirigido por André Gregory, está en los ensayos finales de la obra en la sala del viejo teatro Victoria, de la calle 42 de New York.
De entrada se describe la calle 42 de New York y los actores que llegan a la sala como parte del gentío que se mueve por las calles.
El teatro Victoria está a punto de venirse abajo. Han colocado redes sobre el salón del teatro para evitar que pedazos de yeso impacten en el piso. El escenario está inusable porque corre riesgos de desmoronarse.
Pero la cámara de Louis Malle capta este ensayo completo y como resultado tenemos una obra fundamental en la historia del cine.
"Vania en la calle 42" fue la última película filmada por Louis Malle y es donde el ojo del espectador de Malle más se acerca a los actores y los mira de cerca en los inolvidables diálogos del "Tío Vania".
La adaptación de "Tío Vania" fue hecha por David Mamet, un buen referente a la hora de conseguir guiones.
Chejov en su obra diserta sobre las relaciones humanas en el amor y en la muerte y el envejecimiento. Todo dicho con una humanidad pavorosa y con un sentido que escapa al tiempo (la obra data en 1897). Las gotas de amargura que el texto llora con el género humano, están suavizadas por la dulzura de los personajes, por su falta de agresividad.
Todos los personajes son inolvidables y en la puesta en escena de André Gregory, todos están interpretados con suaves maneras y todo el encanto que el teatro permite.
Además al estar la sala del teatro abandonada, la oscuridad del salón hace que la interpretación se vuelva veraz, como lo hace también la cámara que registra los diálogos y el avance dramático del texto.
No se concibe que la película haya sido fruto de montaje, todo parece desarrollarse con absoluta naturalidad a través de los actos de la obra. Los cortes son producto de los cortes de la obra en sí.
Creía que era imposible lograr algo más de Julianne Moore y esta película lo logra o lo logra el director del grupo de teatro o lo logra la propia Julianne Moore. Sus gestos imperceptibles, la sonrisa que cubre los malos humores, son para la cámara de cine, imposible registrarlos en el teatro.
Brooke Smith es toda una revelación. Logra extraer el alma de su personaje, Sonia y la exhibe ante la pantalla con absolutos encanto y elocuencia.
Wallace Shawn, es el Vania perfecto. Con todo el dolor que el personaje rezuma, este pequeño gran actor, hace con el resto del reparto, la síntesis perfecta.
George Gaynes, excelente como el médico Serybryakov, un personaje ecológico, inaudito para fines del 1800 y aún para el año que se filma esta película, o bien digamos, el ensayo de la obra teatral.
Al ser un ensayo, la escenografía es mínima y el vestuario es el que los actores llevan puesto. Todo torna más verosímil la idea de que se está filmando un ensayo.
Pero dicho bien claro, "Vania en la calle 42" NO ES TEATRO FILMADO. Nada más lejos de esta afirmación. La cámara hace su trabajo con primeros planos y se concentra en los personajes-actores todo el tiempo.
Trailer del film
Quedé absolutamente impactado por el drama "Tío Vania" y por la representación teatral del grupo de actores bajo la dirección de André Gregory y, por sobre todas las cosas, por la maestría del realizador, Louis Malle, a la hora de condensar todos estos valores en un film.
Imperdible para quienes gustan del buen cine. Diez puntos para él.
De entrada se describe la calle 42 de New York y los actores que llegan a la sala como parte del gentío que se mueve por las calles.
El teatro Victoria está a punto de venirse abajo. Han colocado redes sobre el salón del teatro para evitar que pedazos de yeso impacten en el piso. El escenario está inusable porque corre riesgos de desmoronarse.
Pero la cámara de Louis Malle capta este ensayo completo y como resultado tenemos una obra fundamental en la historia del cine.
"Vania en la calle 42" fue la última película filmada por Louis Malle y es donde el ojo del espectador de Malle más se acerca a los actores y los mira de cerca en los inolvidables diálogos del "Tío Vania".
La adaptación de "Tío Vania" fue hecha por David Mamet, un buen referente a la hora de conseguir guiones.
Chejov en su obra diserta sobre las relaciones humanas en el amor y en la muerte y el envejecimiento. Todo dicho con una humanidad pavorosa y con un sentido que escapa al tiempo (la obra data en 1897). Las gotas de amargura que el texto llora con el género humano, están suavizadas por la dulzura de los personajes, por su falta de agresividad.
Todos los personajes son inolvidables y en la puesta en escena de André Gregory, todos están interpretados con suaves maneras y todo el encanto que el teatro permite.
Además al estar la sala del teatro abandonada, la oscuridad del salón hace que la interpretación se vuelva veraz, como lo hace también la cámara que registra los diálogos y el avance dramático del texto.
No se concibe que la película haya sido fruto de montaje, todo parece desarrollarse con absoluta naturalidad a través de los actos de la obra. Los cortes son producto de los cortes de la obra en sí.
Creía que era imposible lograr algo más de Julianne Moore y esta película lo logra o lo logra el director del grupo de teatro o lo logra la propia Julianne Moore. Sus gestos imperceptibles, la sonrisa que cubre los malos humores, son para la cámara de cine, imposible registrarlos en el teatro.
Brooke Smith es toda una revelación. Logra extraer el alma de su personaje, Sonia y la exhibe ante la pantalla con absolutos encanto y elocuencia.
Wallace Shawn, es el Vania perfecto. Con todo el dolor que el personaje rezuma, este pequeño gran actor, hace con el resto del reparto, la síntesis perfecta.
George Gaynes, excelente como el médico Serybryakov, un personaje ecológico, inaudito para fines del 1800 y aún para el año que se filma esta película, o bien digamos, el ensayo de la obra teatral.
Al ser un ensayo, la escenografía es mínima y el vestuario es el que los actores llevan puesto. Todo torna más verosímil la idea de que se está filmando un ensayo.
Pero dicho bien claro, "Vania en la calle 42" NO ES TEATRO FILMADO. Nada más lejos de esta afirmación. La cámara hace su trabajo con primeros planos y se concentra en los personajes-actores todo el tiempo.
Trailer del film
Quedé absolutamente impactado por el drama "Tío Vania" y por la representación teatral del grupo de actores bajo la dirección de André Gregory y, por sobre todas las cosas, por la maestría del realizador, Louis Malle, a la hora de condensar todos estos valores en un film.
Imperdible para quienes gustan del buen cine. Diez puntos para él.
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