Bienvenido a mi mundo

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gracias por la imagen a Germán Banchio

sábado, 17 de diciembre de 2016

Marguerite (Xavier Giannoli, 2015) 🌟🌟🌟

Este es un film basado en una historia real. Y como todas las historias humanas, reales o fantásticas, guarda siempre algo inusual que está ahí, desvaneciéndose como arena entre las manos, cuando termina la película.
Pero aún subsiste en el recuerdo, en las sensaciones que se movilizan por nuestro cuerpo aún a nuestro pesar. En las reminiscencias de lo que fue y lo que no fue y lo que pudo llegar a ser.
La historia de Marguerite Dumont (la increíble y extraordinariamente sensible Catherine Frot) se basa en la vida real de Florence Foster Jenkins, pero trasvestida en Francia. Marguerite, una mujer de una fortuna incalculable, está casada con el barón de Dumont (Andre Marcon), en un matrimonio en el que según el mismo declara, ella puso sus millones y él su título.
Marguerite vive para la música, ama el bell canto y lo practica con una especialidad muy singular. No se escucha a sí misma. Prepara recitales en su palacio para los integrantes de una sociedad de beneficencia, para los que contrata a cantantes y músicos de primera calidad y cierra el espectáculo presentándose a sí misma.
Marguerite desafina a grito pelado, para decirlo sin más vueltas.
Pero los invitados, de la sociedad de beneficencia, los criados y hasta algunos particulares, fingen no saberlo y aplauden a rabiar su actuación.
Una de las cantantes contratadas, Hazel (Christa Theret) afirma que es imposible que no se escuche. Que todos escuchamos de alguna manera más nuestros errores que nuestros aciertos.
A todo esto, el barón de Dumont se ausenta durante sus presentaciones y finge algún desperfecto de su automóvil para justificar el no estar presente.
Hay un criado, Madelbos (Denis Mpunga), que ama con locura a su señora y no se cansa de fotografiarla vestida como para las grandes actuaciones operísticas.
En fin que todos saben de los alaridos de Marguerite, pero algunos por cariño y otros por adulación o conveniencia, lo niegan.
Y aquí es donde Marguerite cree llegado el momento de hacer una presentación en un gran teatro. Para prepararse como es debido contrata a un tenor venido a menos, Atos Pezzini (Michel Fau) que le es presentado por Lucien Beaumont (Sylvain Dieuaide), periodista que le dedicó un artículo especialmente elogioso, por pura conveniencia.
Atos Pezzini, apenas la oye cantar, decide huir de la situación, pero Madelbos lo extorsiona y con una buena cantidad de dinero lo hace entrar en razones.
Entre los asistentes de Pezzini, está Felicité, la barbuda (Sophia Leboutte), adivina y tiradora de cartas, quien le dice a Marguerite, "hay solamente dos maneras de lidiar con la vida, soñarla o vivirla".
Y aquí llegamos a lo que aludí en el primer párrafo. Esta estrafalaria historia, esconde de la forma más brutal, un cuestionamiento sobre la vida de todos los seres humanos. ¿Somos como creemos que somos o como nos ven desde afuera?. ¿Vivimos o soñamos nuestros días?. ¿Hay algún contacto real con los otros?.
Para Marguerite el contacto real es su marido. Cuando descubre que él la engaña con la bondadosa Françoise Bellaire (Astrid Whettnall), le ofrece dejar de cantar, su máximo sacrificio, para que se quede con ella.
La película termina de un modo extraño, a Marguerite la enfrentan con un registro de su canto y cae herida de muerte. No se aclara si realmente muere o si muere su personaje, el negador.
Excelente realización de Xavier Giannoli quien consigue extraer de una historia absurda un ensayo sobre la naturaleza humana.
Trailer
Ocho puntos sobre diez para esta magnífica realización.