Bienvenido a mi mundo

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gracias por la imagen a Germán Banchio

lunes, 29 de junio de 2015

De tal padre, tal hijo (Hirokazu Kore-Eda, 2013) 🌟🌟🌟🌟

De una profunda indagación en el alma de los seres humanos está compuesta "De tal padre, tal hijo", o mejor dicho en el lenguaje de origen, "Soshite chichi ni naru".
Ryota Nonomiya (Masaharu Fukuyama) es un ejecutivo de éxito y su trabajo es su primera dedicación en la vida. Su matrimonio con Midori (Machiko Ono) y su hijo Keita (Keita Ninomiya) ocupan un lugar secundario en los tiempos en que no está trabajando. De Keita espera que aprenda a tocar el piano como él lo hace, espera y exige. Midori se limita a ser la mujer de su casa y a cumplir con sus deberes.
Comienza la película con la entrevista para que Keita ingrese en un colegio exclusivo y Keita cuenta a los entrevistadores que suele ir de campamento con su padre. A la salida Ryota le pregunta de dónde sacó esa idea y Keita le dice que la profesora del jardín le sugirió contarla.
De los análisis de sangre surge que Keita no es hijo de éllos.
Midori cuenta que tienen una cita en el hospital donde nació Keita y que tienen algo importante que decirles. La noticia importante es que Keita fue cambiado. Hechos los análisis de ADN estos confirman que Keita no es hijo de los Nonomiya. 
El bebé fue cambiado por el hijo de Yudai (Riri Furanki) y Yukari (Yoko Maki) Saiki, Ryusei (Shogen Hwang). 
Yudai tiene una ferretería y todo tiempo libre que tiene lo dedica a su familia. Ryusei fue lamado así porque el día que nació brillaba el sol, Rayo de sol. Yudai es un chico más en su casa y en el pelotero es el primero en meterse al lado de sus hijos. Yukari dice que es su cuarto hijo. Todo lo opuesto de Ryota.
Los directores del hospital sugieren que el intercambio se realice lo antes posible para evitar el daño que puedan ocasionar a los chicos.
Pero no es tan sencillo. Y esta "no sencillez" es la que el director desnuda prolijamente al exponer el dilema cuadro por cuadro, de qué es lo que hace la esencia del amor familiar, la sangre o el compartir experiencias de vida.
Esto es lo deslumbrante de "De tal padre, tal hijo". Al exponer a la comparación dos estilos de vida totalmente opuestos, uno en el que el éxito y lo que se debe hacer predomina y otro en que la felicidad de los pequeños actos es más importante que el suceso social, hace que su exposición deje bastante en claro que lo que contribuye a las relaciones humanas es justamente la vida que se comparte.
En casa de los Saiki por ejemplo, se bañan los chicos juntos con el padre. En otra escena oímos que Yudai anuncia esta noche dormimos todos juntos. El consejo que Yudai le da a Ryota es que vuele barriletes junto a su hijo.
Excelente es el guión hecho por el mismo director. Los hechos están expuestos como movimientos de un juego de ajedrez preciso y concreto. Ninguna escena podría ser eliminada del film sin ocasionar un desajuste en la lógica expuesta. El modo en que se va develando la historia de Ryota es importante para que el espectador entienda de dónde provienen sus falencias como ser humano y como esas falencias contribuyen a la mala relación que entabla con ambos chicos, tanto Keita que lo idolatra como Ryusei que le cuestiona todas sus definiciones.
Se podrían escribir muchas páginas sobre los personajes y el problema expuesto, que no es de ninguna manera de fácil resolución. El espectador podrá luego meditar sobre lo visto largo tiempo y sacar sus propias conclusiones.
Nueve puntos sobre diez es mi calificación para este excelente film japonés.

miércoles, 17 de junio de 2015

El último show (A Prairie Home Companion) (Robert Altman, 2006) 🌟🌟🌟🌟🌟

En una reseña leí que “El último show" es una suave y nostálgica evocación de la América profunda. Boludeces, nada más lejano a lo que se puede percibir viendo la película.
"El último show" es la despedida de Robert Altman. Su manera dulce y sencilla de decir adiós. Quien no haya visto la película podrá pensar que estoy hablando de un film melancólico o triste. Sí, de alguna manera lo es. Está sobrecargado de empujones hacia la sensiblería, pero creo que puestos a propósito.
Toda la puesta en escena crea en el espectador la sensación de estar metido no en los ojos de la cámara, sino en el mundo de la mente. La mente que es un teatro de variedades por donde desfilan los protagonistas de las vivencias de Robert Altman.
La escasa luminosidad, el sonido medido, la falta de llamados a la realidad, hace que uno se deslice en un mundo de entresueño y ambigüedades. Lo mismo que sucede en nuestro inconsciente.
Desde el momento en que entendemos que se trata del último programa radial emitido en vivo desde un teatro todo nos remite a los años cuarenta. Pero no es verdad. La luz es de los años cuarenta, pero escuchamos comentarios tales como que “ya no se va a poder escuchar una canción en vivo sino que deberemos resignarnos a escucharlas desde una computadora”. Este comentario sobresalta, porque no coincide con la imagen que la película intenta insinuar. Todo se vuelve intemporal, tal como sucede en nuestra mente.
Tampoco los intérpretes están elegidos para destacar dentro de esa escenografía oscura. Todos ellos se adaptan perfectamente a un mundo de personajes internos, por donde el dolor y la alegría del mundo, la cotidianidad y la falta de ambiciones crean una atmósfera de dulzura agridulce.
Claro que hay personajes muy claros. Está el ángel (Virginia Madsen), que antes que ella misma lo defina ya uno la ha imaginado como emisaria de la muerte. Cargada de presagios, deslizándose por los diferentes ambientes como un fantasma. Y está el muerto (L.Q. Jones). Desde el primer momento en que aparece ya uno se imagina que está en el film para morirse. Es la carta de identidad de Robert Altman.
Qué significan personajes como el detective Guy Noir (vaya nombrecito rememorando los detectives hollywoodenses) (Kevin Kline) que es el hilo conductor de esta pseudo realidad y que está contratado para vigilar la seguridad dentro del programa o como el empresario (Tommy Lee Jones) que ha comprado el teatro para convertirlo en un estacionamiento (vaya comentario sarcástico) y que quiere filmar el último programa con su cámara de video…. Solo Altman lo podría decir. En la misma descripción hay muchas cosas que hacen volar hacia la imaginación. Las podemos interpretar como la faceta de control en el espíritu de Altman y como una burla a su propia despedida.
Pero también hay llamados desesperados hacia el futuro. La asistente (Maya Rudolph) está embarazada y a punto de dar a luz. Lola (Lindsay Lohan), la hija de Yolanda (Meryl Streep) escribe poemas en su cuaderno. Claro que todos ellos, según el mismo personaje declara, hablan acerca del suicidio.
Entonces, para retomar la línea de mi crónica, es en suma, la forma que este magnífico hombre de cine eligió para decir adiós a todos aquellos que de alguna manera hemos saboreado sus creaciones.
No creo que se haya muerto a propósito después de hacer este film, creo que su enfermedad (cáncer) de alguna manera lo empujó a no dejar abierta su obra. A sentir la obligación de cerrarla desde lo más íntimo de sus sentimientos, como diciendo adiós a los amigos.
Las canciones que entonan Meryl Streep y Lily Tomlin son para poner la piel de gallina. Cargadas de emotividad y de repetidos llamados a lo que ya no es. Como para que uno entienda que no sólo se está hablando de recuerdos, sino que se los está vivenciando. Y sin embargo no es triste. Al mejor estilo Altman una suave sonrisa lo envuelve todo.
El humor zafado de Dusty (Woody Harrelson) y Lefty (John C. Reilly) que lleva el lenguaje a extremos impensables en la obra de Altman, son una descarga de su líbido resplandeciente.

Me gustaría que el mismo tipo de sonrisa cerrara esta crónica, para aquel que supo construir durante toda su filmografía una radiografía amena y sarcástica de este mundo cargado de debilidades.
No voy a mencionar ningún intento de calificación para una película que brilla por sí misma en la historia del cine.

lunes, 15 de junio de 2015

Van Gogh (Maurice Pialat, 1991) 🌟🌟🌟🌟🌟

En una gran cantidad de películas la vida del pintor Vincent Van Gogh ha sido retratada y ya es casi un best seller contar su historia. En esta película, Maurice Pialat describe en su guión, los últimos dos meses de la vida de Van Gogh.
Su mayor acierto es enfocar el film casi como un documental, en el cual los personajes se mueven como en la vida real, no son parte de una fábula destinada a evocar al genio de la pintura, sino que muestra hasta las últimas consecuencias el drama que debió vivir el ser humano del que se generó el monstruo Vincent Van Gogh.
Encarnado por Jacques Dutronc, con absoluta naturalidad, en la película se describen sus aciertos y también sus desaciertos. Su aparente insensibilidad, que el mismo personaje se encargará de señalar que es su única salida frente al desdén del mundo por su creación.
Como contrapartida se muestra al doctor Gachet (Gerard Sety), cuya hija Marguerite (Alexandra London) se enamora de Van Gogh, como un ferviente admirador de su obra pictórica.
En cambio muestra a su hermano Theo (Bernard Le Coq) como el mayor descreído de las virtudes de pintor de su hermano. Le confiesa a su mujer, si al menos pintara como Renoir.
El movimiento de los personajes en la película es absolutamente natural, como si Maurice Pialat hubiera podido retratar esa época en los escenarios. Las escenas en el burdel son de antología, con una Cathy, encarnada por Elsa Zylberstein, bailando el can can y la aparición de Toulouse Lautrec borracho y de Susanne (La bebedora de ajenjo) como una pintora en ciernes.
El film es a su vez respetuoso con el artista pero irrespetuoso con el ser humano. Nos cuenta de los amores de Van Gogh, de sus relaciones carentes de sentimientos y sus recuerdos quebrados de su infancia.
La familia que habita la pensión donde se radica en Auvers, es de antología. El tonto del pueblo que le exige que lo pinte. La hija adolescente que reniega de los cuidados que Van Gogh exige.
Resumen de la película en escenas
El espectador sensible va a amar este "Van Gogh", lo va a disfrutar por todos sus poros y va a pedir que las 2 horas y media de duración se extiendan aún más.
Diez puntos sobre diez para este excelente film de Maurice Pialat.

Leviathan (Andrei Svyagintsev, 2014) 🌟🌟🌟🌟🌟

Después de las 2 horas y 20 minutos de duración de la película, la tensión acumulada es tal que el espectador no sabe si levantarse y huir o ponerse a llorar.
En las primeras escenas Andrei Svyagintsev logra que la violencia mezclada de la música de Philip Glass y el mar golpeando en las rocas advierta al espectador que lo que va a ver es algo duro y difícil de digerir.
No hay permiso en la historia para la emotividad ni para los sentimientos. Es una historia dura, sin concesiones, como es la vida actualmente en nuestras sociedades. Esto es, el cine en su máxima madurez, que no necesita pintar la vida con colores para engañar al espectador.
El libro escrito por Oleg Negin y el mismo Svyagintsev fue premiado en Cannes con la Palma de Oro y no es para menos.
Kolya (Aleksei Serebriakov) está envuelto en una confrontación con el alcalde de la ciudad, Vadim (Roman Madyanov). El alcalde quiere el terreno donde se levanta la casa de Kolya para su propio beneficio. Kolya consigue el soporte de un abogado amigo de Moscú, Dmitri (Vladimir Vdovichenkov), pero su actuación solo va a empeorar las cosas, además de seducir a la mujer de Kolya, Lilya (Elena Lyadova).
Vadim rige una mafia donde participan la policía y la justicia local, que actúan siguiendo estrictamente sus ordenes.
Roma (Sergei Pokhodaev), el hijo de Kolya, detesta a su madrastra Lilya y con su conducta rebelde y hostil siembra un clima de disenso en la casa.
No voy a contar aquí la historia. Quien quiera conocerla debe ver la película. Pero tengo que reconocer que el papel que le cabe a la iglesia ortodoxa rusa deja bastante que desear. Forma parte de la corrupción general que pinta la película.
Un sacerdote, con el que conversa Kolya, intenta convencerlo de que lo que le sucede tiene un parangón con la historia de Job.
No es una película apta para gente insensible y corrupta, no van a entender nada del drama que el director con tan buen tino nos cuenta en su película.
Demás está decir, que la historia de la corrupción aplica no solamente al pequeño pueblo costero ruso sobre el mar de Barents, sino que es universal. Solamente los yanquis podrán decir que en EE.UU. no es así, apelando a su tradicional hipocresía.
La historia está soberbiamente contada y rodada con colores que semejan el blanco y negro de los thriller de los 30. Pero la época es indudablemente actual, Svyagintsev no deja ni siquiera el subterfugio de apelar a la corrupción del régimen soviético, la fotografía que preside la oficina de Vadim es la del presidente Putin.
Con una fotografía escelente y una inmejorable selección de las locaciones, la película explota en todas sus posibilidades el paisaje ártico. Las ruinas de un convento, el esqueleto de una ballena, son sólo algunos de los símbolos de los que se vale el director para crear el clima.
Trailer
Sí, si ya han visto el trailer, la música es del increíble Philip Glass.
"En una versión bíblica tan actual como la Reina Valera 2000, el Leviatán de Job es presentado como un ser que no puede vencerse con armas humanas, que su sola visión espanta, que es rey entre los soberbios y que escupe fuego." 
Mi calificación es de diez puntos sobre diez y la recomiendo a todos los amantes del buen cine.




viernes, 5 de junio de 2015

Detrás del sol (Abril despedaçado) (Walter Salles, 2001) 🌟🌟🌟🌟🌟

Después de su magnífico ingreso al cine con "Estación central", Walter Salles vuelve a deslumbrar a los espectadores con "Abril despedaçado" (no sé porqué el título en castellano se transformó en "Detrás del sol", ya que no tiene mucho que ver con la película).
Entre Karim Ainouz, Sergio Machado y el mismo Walter Salles adaptaron para el cine la novela de Ismail Kadare del mismo título. En la adaptación se trasladó la acción desde Albania al nordeste brasileño, manteniendo la misma intensidad.
Los hechos suceden alrededor de 1910 en una población denominada Río de Almas. Hay dos familias que están desde hace mucho tiempo enredadas en una batalla que parece no tener fin por controlar las tierras de alrededor. La familia Breves, padre (José Dumont), madre (Rita Assemany) y los hijos Tonio (Rodrigo Santoro) y chico, luego bautizado como Pacú (Ravi Ramos Lacerda) sobreviven a la pobreza cosechando caña de azúcar y transformándola con un molino arrastrado por bueyes, en paquetes de azúcar. La otra familia, los Ferreira, están mucho mejor económicamente, pero sin embargo persisten en la rivalidad.
Comienza la película cuando Tonio está esperando que la camisa ensangrentada de su hermano mayor Ignacio, tome un tinte amarillento, señal que la tregua ha pasado y que debe vengar a su hermano en el Ferreira que lo mató.
El chico, el menino (luego bautizado como Pacú), sueña todo el día con un mundo pleno de fantasías pero está amedrentado por la situación de muertes y venganzas.
Un día pasa por su casa una carreta de circo donde viajan Salustiano (Luiz Carlos Vasconcelos) y su ahijada Clara (Flavia Marco Antonio) y le preguntan al menino el camino para ir al pueblo, Clara le regala un libro, que aunque el menino no sepa leer, va a contener las historias más extraordinarias que su imaginación fabrique.
Tonio que está ahora en el tiempo de tregua esperando que lo maten, decide llevar al menino a ver el circo. Esa noche Salustiano bautiza al menino como Pacú y Clara le cuenta a Tonio sobre otros mundos y el mar. Al día siguiente Pacú le señala a Tonio que los bueyes, aunque están sueltos, han empezado a girar en torno al molino. Es una señal para que Tonio decida irse con el circo hasta que sea tiempo de retornar para su compromiso con la muerte.
Con una extraordinaria fotografía de Walter Carvalho, el ambiente que Salles retrata en la película dista mucho de ser amargo y sangriento. Es casi de una poesía conmovedora, un canto a la vida en medio de la tragedia. No crea angustia en el espectador, sino que, al contrario, lo hace soñar, como al menino, con un mundo donde la imaginación haga que la sirena lleve al muchacho al fondo del mar.
La música de Antonio Pinto, acompaña dulcemente este canto a la belleza de los seres humanos.
Las actuaciones son de primera calidad, tanto de Rodrigo Santoro y de Ravi Ramos Lacerda, como de los padres encarnados por José Dumont y Rita Assemany. La dulzura de las facciones de Flavia Marco Antonio ayudan mucho en su interpretación.
Realmente Walter Salles demuestra un contenido importante de sensibilidad y buen sentido de la realización de las imágenes y de la dirección de actores.
Trailer en portugués
Diez puntos sin dudar para "Detrás del sol".