Bienvenido a mi mundo

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gracias por la imagen a Germán Banchio

jueves, 13 de marzo de 2014

El artista y la modelo (Fernando Trueba, 2012)

Fernando Trueba abandona los guiones costumbristas sobre la España franquista y, con la colaboración de nada menos que Jean-Claude Carriere, escribe un guión sobre la dificultad de un artista para acercarse a su ideal de belleza.
Con una excelente fotografía en blanco y negro de Daniel Vilar, compone una película que será difícil de olvidar para el espectador.
El artista es Jean Rochefort, la modelo es Aída Folch y Claudia Cardinale la mujer del artista.
Los tres están excelentes en sus personificaciones, sobre todo Jean Rochefort quien carga con la dura tarea de personificar a un artista en el final de su carrera a sus 82 años.
Pero la esencia del film podría pasar de largo opacada por la historia de una joven española que huye de la guerra civil y se refugia en una aldea al sur de Francia, donde vive el artista del título.
La mujer del artista que la ve lavarse en una fuente la lleva a comer a su casa y ambos le ofrecen el rol de modelo. Luego vienen las vicisitudes del artista en la creación de su obra.
Y justamente en esas vicisitudes es donde reside el hechizo del film. Los gestos del director para guiar al espectador hacia donde quiere están en el encanto de la fotografía. De árboles, de pájaros, de la naturaleza exuberante de esta región de Francia, de la belleza del cuerpo desnudo de Aída Folch y de los interiores de la cabaña donde el artista tiene su atelier iluminados extraordinariamente.
Mientras tanto la historia se desenvuelve con unas pocas variantes. Los niños que espían a la modelo desnuda. La llegada de un oficial nazi, profesor de arte alemán que está escribiendo la biografía del artista.
La aparición de un camarada de la modelo que está herido y necesita un lugar donde quedarse hasta recuperarse. No hay mucho más, salvo las intervenciones de Chus Lampreave como María, la criada del artista.
Pero el espectador se ve recompensado por una película agri-dulce acerca de la aproximación del artista a su ideal y de como un momento triste de la historia, el fin de la segunda guerra mundial, puede contener también una historia de belleza y afectos. No tiene desperdicio.
Una aproximación a la película.
Mi calificación es de nueve puntos para una magnífica realización de Fernando Trueba.

domingo, 9 de marzo de 2014

El hombre sin pasado (Aki Kaurismaki, 2002)

El cine de Aki Kaurismaki es un cine extraño. Las historias que cuenta son sencillas, los actores tienen caras raras y los personajes casi siempre son marginados de la sociedad finlandesa. "El hombre sin pasado" no es la excepción.
Cuenta la historia de un hombre que, no sabemos porqué ni para qué, llega en tren a Helsinki y esperando que amanezca se sienta en un banco en el parque. Mientras duerme, tres maleantes lo golpean en la cabeza y todo el cuerpo con un bate de beisbol, le roban el dinero y arrojan la billetera con sus documentos en un cesto de basura.
Cuando recupera el sentido, arrastrándose entra en el baño de la estación sangrando y cae desvanecido. El encargado de los baños llama a una ambulancia.
Y aquí empieza la historia de un hombre sin pasado. Totalmente amnésico, no recuerda siquiera su nombre. Sin dinero y desamparado es recogido por un matrimonio de marginales que viven en un container en el puerto. Lo cuidan hasta que está curado. Y aquí empieza su lenta recuperación. Al no conocer su nombre no puede aspirar a anotarse en la bolsa de trabajo, ni a abrir una cuenta en el banco, requisito para que una fábrica lo tome.
Haciendo caso omiso de la angustia y paranoia que un caso así despertaría en un film de Hollywood, Aki Kaurismaki se limita a observar como su personaje se va haciendo un lugar dentro de la marginación en la que vive.
Hermosa y simple historia de seres humanos que sólo disponen de sí mismos para vivir su vida.
Hay un romance, seco y sencillo, con una trabajadora del Ejército de Salvación, que es quien lo ayuda consiguiéndole trabajo en el Ejército.
Markku Peltola es quien personifica a "N" el hombre sin pasado y Kati Outinen a Irma, la trabajadora del Ejército de Salvación. Esta actuación le valió a Kati Outinen el premio a la mejor actriz en el festival de Cannes.
También tenemos a Tähti, una hermosa border collie quien se hace cargo del personaje de Hannibal, aunque luego se sabe que en realidad es una perra y no un perro.
La actuación de todos los intérpretes es soberbia, sencilla y sin grandes dramatizaciones, perfectamente adaptada al film. Si no fuera porque la historia es trágica, casi podríamos decir que estamos viendo una comedia.
Dos momentos de la película.
Nueve puntos sobre diez es mi calificación de esta joyita del cine finlandés.