Bienvenido a mi mundo

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gracias por la imagen a Germán Banchio

jueves, 1 de agosto de 2019

El Peral Silvestre (Ahlat Agaci) (Nuri Bilge Ceylan, 2018) ⭐⭐⭐⭐⭐

La trayectoria fílmica de este gran director turco es brillante. Si "Sueños de invierno" fue a mi entender, la mejor película que había visto en mucho tiempo, con "El peral silvestre" supera aún más esa connotación.
En una epopeya fílmica y literaria de poco más de tres horas, el director describe perfectamente el devenir del ser humano en estos tiempos de confusión y agonía.
Sinan Karasu (Dogu Demirkol) vuelve a Can, su pueblo natal, luego de haber terminado sus estudios para recibirse de maestro.
Apenas bajado del ómnibus un vecino lo detiene para que vaya a su casa a tomar un té, Sinan le dice que recién llega y tiene todas sus cosas encima, el vecino entonces le dice que le recuerde a su padre que le debe aún dos monedas de oro.
Con este comentario, el personaje del padre de Sinan está presentado. Idris Karasu (Murat Cemcir), es maestro en la escuela del pueblo y un jugador incurable. Pronto nos vamos a enterar que hasta vendió su casa para poder apostar.
La inquietud de Sinan es encontrar un esponsor que lo ayude a publicar su libro, "El peral silvestre", que cuando le preguntan si es turístico, si habla de las ruinas de Troya o del cementerio de Gallipoli, Sinan contesta que no. Que cuenta de los pequeños personajes y la pequeña gente del pueblo.
Esta es una nueva aclaración del director. El libro-guión fue escrito por él, Akin Aksu y su esposa, Ebru Ceylan. La duración original de la película era de 3 horas 20 minutos. Los distribuidores le pidieron abreviarla, pero le costaba mucho reducir algo de las escenas que habían escrito, así que finalmente quedó en 3 horas 10 minutos.
El pueblo de Can está en las montañas del sur de Anatolia, pero la casa de Sinan queda aún más arriba. El padre está desde hace años cavando un pozo en la casa de su padre, el abuelo de Sinan, buscando agua. Todos le han dicho que no va a encontrar agua allí, pero él insiste y trata de arrastrar a Sinan a la empresa.
El padre tiene un perro en la casa de su padre. No lo puede llevar a su casa porque allí no hay jardín ni parque. Entonces el perro vive en el jardín de la casa de su padre.
Un día que Sinan está enojado con su padre por su mal hábito de apostar, va a buscar el auto del padre que ha quedado en el jardín y cuando sale deja la tranquera abierta.
La madre de Sinan, Asuman Karasu (Bennu Yildirimlar), que siempre le habla pestes de su padre, le pide a Sinan que pase por la escuela y le pida el dinero para pagar la luz que les han cortado por falta de pago. Cuando entra al aula, Idris esconde un papel, en lo que Sinan asume que es una boleta de apuestas. El padre le dice que aún no ha recibido la paga.
Sinan vuelve a su casa y le cuenta la escena a su madre. Llama a su padre, el perdedor, el eterno perdedor. Cuando vuelve el padre a la noche, le pregunta a su mujer porqué la heladera está vacía y ella le dice que ha tenido que llevar todo a la casa de un vecino para que no se eche a perder. Que si le hubiera dado el dinero a Sinan en lugar de volver a apostar, ya tendrían luz.
El padre entra al cuarto de Sinan y le pregunta de donde sacó la historia que le contó a su madre, él le cuenta que lo vio esconder un papel. El padre saca un papel y se lo tira echa un bollo. Cuando lo abre, Sinan ve que es un aviso de "perro perdido".
Le comenta a la madre y ella le dice que desde hace unos días lo escucha sollozar a la noche en la cocina. Cuando le preguntó porqué, le dijo que era por el perro, que era el único ser que no le recriminaba nada.
Sinan va a arrastrar la culpa por el perro perdido, junto con tantas otras. Más tarde en la película, cuando vuelva del servicio militar, caminando junto al río va a ver al perro corriendo y cayendo al agua.
Sin embargo la escena más importante de la película es el descenso de la colina caminando junto con dos imanes. Uno, el Imán Veisel (Akin Aksu), aunque tiene la misma edad que Sinan, es tradicional y de respuestas hechas del Corán. El otro, el Imán Nazmi (Oner Erkan), es moderno y retruca las frases de Veisel. Sinan, en medio de los dos, expone la posición de un crítico que no se toma la religión en serio. Los diálogos son impagables, pero medio difíciles de seguir.
Las únicas posibilidades que le quedan a Sinan son o irse al este del país a trabajar de maestro o bien entrar en la policía. Un ex-compañero de estudios entró en la policía anti-disturbios y le comenta que es gracioso perseguir a golpes a sus ex-camaradas de estudios.
Cuando vuelve del servicio militar, pregunta si su libro se ha vendido. El librero le dice que lo tuvo en exhibición un tiempo pero después lo retiró. Cuando le pregunta a su madre y hermana si lo han leído le dicen que lo empezaron, pero no siguieron adelante.
Hablando con su padre, este le comenta sobre una frase suya que es como los comentarios sobre el pasaje del tiempo que hay en su libro. Sinan atónito le pregunta si lo leyó, claro dice Idris, varias veces.
En este universo de personajes, situaciones y vivencias que caben en la película, no hay lugar para las emociones fáciles. El espectador las tendrá que rescatar de dentro suyo cuando finalice la película.
La dirección de fotografía es impecable. En general los escenarios son paisajes exteriores, los interiores son agobiantes como lo es el interior de Sinan.
Trailer subtitulado en castellano
Diez, más diez, más diez, más diez puntos y todavía me quedo corto. Una genial realización donde el espectador se va a encontrar a sí mismo.

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